¡Libre para amar!
 

¡El amor es la solución!
 

Por: Ing. Gilberto Sánchez

Hay un texto de las Sagradas Escrituras que se encuentra en Hechos 20:35 y es un consejo: “Más bienaventurado es dar que recibir”. La palabra bienaventurado es afortunado, muy feliz y dichoso. El maestro Jesús, que con su vida nos enseñó la vida de amor, dejó estas palabras.

Hoy en día, la sociedad está viviendo al revés. La gente espera recibir y no dar, busca la felicidad satisfaciéndose a sí mismos y no ayudando a los demás. Jesús, cuya vida es muy brillante y que sigue siendo un ejemplo para la humanidad hasta el día de hoy, enseñó que era más feliz dar que recibir.

Él, si usted recuerda, siempre dio y se dio por los demás, ayudó a quienes se le acercaban, sanó a la gente, los alimentó y les dio palabras. Jesús vivió una vida de amor desinteresada y esa vida trae muchas bendiciones.

Es hora de cambiar de actitud, es hora de que cada una de las reglas de nuestras conciencias sean respetadas, porque son reglas de amor. El ser humano está diseñado para amar y ser amado. Cada principio y valor moral que tenemos innato dentro de nosotros mismos, es uno que nos lleva a amar a las personas, a respetarlas y cuidarlas.

En una vida de amor, tanto el que ama como el amado encuentran una plenitud que les da paz, bienestar y armonía. No olvide que el amor nunca cesa. El que en verdad ama nunca deja de amar, no importa las circunstancias y dificultades. Tampoco importan los sentimientos porque el amor no se basa en ellos, sino en compromisos. El amor se basa en una convicción de saber que debemos hacer lo correcto, es una disposición apoyada en la razón para buscar el mayor bien de los demás.

Si hoy la sociedad se dispusiera a amar, todos sus problemas se acabarían. Si el patrón respetara a sus empleados, les pagaría bien y respetaría sus derechos; si el hijo amara al padre, lo honraría, lo respetaría y lo obedecería en todo; si el padre amara al hijo, lo cuidaría y lo educaría para ser hombre de bien.

Si el hombre amara a su esposa, no le sería infiel, la cuidaría y la protegería; si la mujer amara a su marido, le daría su lugar y lo ayudaría en todo lo que ella pudiera; si los jóvenes realmente amaran a sus padres y maestros, no andarían con groserías, ni copiando en los exámenes.

Si todos amaramos, se resolverían los problemas de este mundo. Los pobres serían ayudados por los que tienen para tener la misma calidad de vida que los demás. ¿Utopía? Tal vez. Pero la realidad es que el amor resuelve las cosas, el amor lo soporta todo, lo puede todo; al amor le gusta la justicia. La definición de amor que ofrece este mundo no concuerda con el concepto de amor que nos da Jesucristo.

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