¡Libre para amar!
 

El futuro del egoísmo
 

Por: Ing. Gilberto Sánchez

Pensemos en el niño que sabe que está mal decirle una grosería a otro, pero aún así se la dice. Quizás su conciencia le acusa, pero él dice la grosería porque le cae mal el otro niño y en lugar de pasar por alto ese sentimiento, prefiere satisfacer su coraje.

Lamentablemente muchos niños aprenden esto en casa porque papá y mamá también dicen groserías. Esto ayuda a que la conciencia se apague más rápidamente y luego pasa de la agresión verbal a los golpes. Al principio, al niño tal vez le daba vergüenza, pero después hasta le es motivo de orgullo, ya que sus compañeros lo ven como alguien dominante, como alguien que manda.

El niño crece así y se convierte en un joven con una conciencia acallada, no se da cuenta del daño que causa a las demás personas, o peor aún, se da cuenta que hace cosas incorrectas, que no pasa nada, no hay consecuencias y se habitúa a esa forma de vida. Entonces, vive con parámetros muy desviados. No existe el respeto hacia las demás personas y los principios que tenía han desaparecido.

Cuando el joven busca un noviazgo, su conciencia le puede decir que tenga cuidado con esa relación y la cuide. Pero la sociedad lo presiona a que tenga relaciones sexuales, porque es lo normal para ser feliz y él empieza a experimentar.

Si al principio le daba pena tomarle la mano a una joven, salir con ella y platicar; tarde o temprano derriba esos límites e ignora la conciencia que le dice que no está bien y empieza a besarla, a tocarla y comienza una vida sexual activa. ¿Qué es lo que busca? Su placer y felicidad personal. No piensa en el daño que le puede causar a la joven si la deja embarazada, si le destruye la vida o si le trae alguna enfermedad.

Claro, después de tener relaciones sexuales vive con una conciencia manchada y una sensación de culpabilidad. “Hice mal, no está bien, y ¿si sale embarazada? ¿Y si pasa esto o lo otro?”. Pero finalmente pasan los días y no se ve ningún problema, él ya obtuvo lo que quería, su conciencia se acalla y su razón se apaga.

Cuando ocurre un embarazo, el joven desaparece de la escena. La joven se queda sola y sin un respaldo, queda abandonada con una criatura con la cual no sabe qué hacer porque no está preparada para tenerla. Muchas de ellas tienen que enfrentar a unos padres molestos e indignados; ellas terminan en la calle y los niños quedan sin atención. Otras son aceptadas en la casa pero no tienen la capacidad de educar al niño.

La falta de amor en la familia
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