Cómo controlar el carácter
 

Esclavo de tus propias pasiones
 

Por: Ing. Gilberto Sánchez

Cuando una persona se acostumbra a dejarse llevar por sus pasiones y deseos se convertirá en una persona iracunda, entre otras muchas cosas. Una persona que tiene terribles arranques, enojos y molestias, porque las cosas no se hacen como él dice o como el desea. A veces, hasta el simple hecho de aplastar la pasta de dientes por la mitad hace que la persona se encienda en cólera.

Esto desencadena pleitos, enojos y gritos que llevan a enemistar a la familia, a tener un ambiente tenso, difícil y agrio en la casa, en donde los hijos no encuentran amor y confianza para acercarse a papá o mamá. Todo por un mal carácter, por no tener dominio propio, por dejarse llevar por sus sentimientos y emociones. Esta es una forma de vida que deja muchas personas heridas.

Muchas personas que tienen mal carácter pueden venir de un trasfondo de mucho dolor y humillación. Hay muchas personas que tienen un carácter muy duro y reservado, que han sufrido mucho y que a lo largo de su vida se formaron una especie de coraza, una protección para ya no seguir siendo ofendidos.

Muchas de ellas prefieren no hablar y se ensimisman. Eso no es lo más sano, los seres humanos somos seres sociales, tenemos la capacidad de relacionarnos con otros. Pero cuando la persona ha sufrido mucho y tiene dañada su dignidad, se siente muy mal y se aísla, pero detrás de ese carácter duro se esconde el dolor y la tristeza. Lo que hacen es transmitir su vivencia hiriendo a otros; de abuelos a padres, de padres a hijos y así sucesivamente.

Qué importante es que si usted es una persona a la cual le hicieron mucho daño, reciba el llamado a perdonar las ofensas, a entender que esa forma de vida lejos de edificar y ayudar a la familia, la destruye. Aprendamos a perdonar y pasar por alto las ofensas que nos han hecho, porque si en la familia tenemos situaciones muy difíciles de pleito y rechazo, imagínese en la sociedad, que es cada vez más y más insensible.

La sociedad allá afuera es difícil, las condiciones de vida son muy duras, hay que luchar mucho para salir adelante, hay que enfrentar a otras personas para poder trabajar, para poder avanzar y crecer en todos los campos. Es una sociedad acelerada que lleva a muchas personas a estar irritables y a perder la paciencia muy fácilmente. Bajo esas condiciones llegan a sus casas y los afectados son los hijos y la esposa, los seres que decimos querer.

La sociedad tiene una meta y en un mundo tan materializado como el nuestro hay una frase muy común: “el tiempo es dinero”. Por eso las personas corren de aquí para allá, se esfuerzan, trabajan y son presionados por las empresas, con el único fin de obtener dinero, de ser más productivos. Eso no está mal, lo que está mal es cuando esa meta hace que las personas se vuelven insensibles de tal manera que se afecta el carácter.

Podemos encontrar personas que son muy severas en su trabajo, que incluso humillan, amenazan o exigen largas horas de trabajo, lo cual lleva a los trabajadores a no tener una vida familiar, a tener niveles de estrés muy altos y a sentirse sobrecargados. Si la persona no sabe manejar ese tipo de presiones, al llegar a la casa puede estallar.

Muchas personas son muy perfeccionistas y demandan que los demás hagan las cosas como ellos; cuando no se hacen así estallan en ira, molestia y presionan a los demás, son intolerables, no son pacientes y toda esa presión la trasmiten a las personas con las que conviven.

Por otro lado, hay gente que le gusta ser la que manda y que creen que gritar fuerte es la manera de hacerse obedecer. En una señal de alarma se puede alzar la voz y hablar fuerte, pero cuando se levanta la voz para imponerse, no se genera una obediencia sana, sino una obediencia por temor.

¿Cómo podemos controlar el carácter?
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