El verdadero hombre y padre de familia es fuerte como el acero al enfrentar sus responsabilidades, pero con la suavidad del terciopelo en el trato con su familia. Cuando el padre está en el lugar que le corresponde y cumple con sus responsabilidades, la familia progresa, pero cuando no lo está, ésta sufre; su función principal es dar instrucción a sus hijos, por medio de esto se construye la vida, se forma y se educa.