Lo que debe formar un padre en sus hijos I Parte: Una autoestima sólida
 

Insensibilidad y amargura: consecuencias devastadoras
 

Por: Lic. Eduardo Alvarado

Aquí quisiéramos hacer un apartado para hablar de una consecuencia devastadora que cada vez va en aumento entre la población, pero tratándose de nuestros hijos debe alertarnos, pues el no pensar bien de uno mismo nos lleva a ser insensibles, faltos de compasión y a no ver por los demás; y en un mundo cada vez más sufriente, traerá consecuencias muy graves sobre nuestros hijos, sobre nuestras familias y más allá, en sus propias familias cuando las formen. Nos referimos a la amargura.

En el libro que citábamos del Dr. Missildine, él habla acerca de que la amargura trabaja desde que la persona ha sido herida, en la misma forma en que una manzana cuando se cae del árbol y se maltrata, no se le nota el daño sino después de muchos días; y después que aparece una mancha oscura ésta se convierte en daño y se pudre, es una herida que no se seca.

Y como podemos entender, si en nuestros hijos no grabamos pensamientos, e imágenes que les hagan pensar bien de ellos mismos, y por el contrario lo que grabamos nosotros mismos u otras personas, son pensamientos de desamor, y de falta de perdón, en ellos habrá algo que en principio no se nota, pero que tarde o temprano se evidenciará internamente y externamente.

Las consecuencias a que nos referimos y deseamos mencionar son las siguientes:

  1. La amargura se deriva de las heridas. Heridas causadas entre padres e hijos y heridas causadas por relaciones entre esposos. Las heridas más hondas provienen de aquellos que están más cerca de la persona.

  2. La amargura causa daño en todo nuestro ser. Se deja relucir a través de nuestra conversación, la vemos en nuestras reacciones, la revelamos en nuestras actitudes y causa trastornos en nuestra salud física y emocional (baja estima, envidia, egoísmo).

  3. La amargura forma paredes que nos aíslan de otros, ya sea por el temor a ser heridos otra vez, por el temor y la desconfianza hacia la gente, o por el temor de que nuestras heridas interiores y nuestras debilidades salgan al descubierto, o bien, a causa de la soledad.

  4. La amargura causa daño a los demás ya sea a través del hablar chismes o mentiras.

  5. La amargura siempre trae como resultado el rompimiento de relaciones. Quitamos gente de nuestra vida o tenemos constantemente una actitud crítica acerca de otros.

Ahora bien, el rompimiento de relaciones causa inmadurez pues en el momento que ocurre la herida, el crecimiento emocional se detiene. El crecimiento emocional se reanuda cuando la liberación y la sanidad interior se lleva a cabo.

La amargura es causa de destrucción. El resentimiento se convierte en amargura, la amargura se convierte en odio, el odio se convierte en perversión y es así que contaminamos nuestra casa, a los que están en nuestro alrededor.

La amargura es causada por la falta de perdón, así que la clave para la liberación, es el perdón. Observamos en las Sagradas Escrituras: No juzguéis, y no seréis juzgados; no condenéis, y no seréis condenados; perdonad, y seréis perdonados”. (Lucas 6:37). La autoestima que es sana, perdona y es benigna, hace que tengamos dignidad propia y esto permite que actuemos con bondad hacia los demás.

Cómo inculcar autoestima a nuestros hijos
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