Por: Lic. Eduardo Alvarado
La verdadera autoestima se fabrica cada día, sembrándola por los padres con mucho cuidado en el corazón de los hijos, llevándolos a que posean dignidad y respeto por ellos mismos, como una característica que les ayudará a pensar siempre bien de ellos mismos.
Sin embargo, si pensamos que los padres seremos muy influyentes en nuestros hijos al grabar en ellos a través del tiempo y por medio de las experiencias cotidianas su verdadero valor, entonces, debemos considerar qué tipo de información queremos que permanezca en sus vidas, y cuidar de que no quede la influencia de alguien más.
El apóstol Pablo habló hace casi dos mil años en la carta a los romanos y dijo así: “Digo, pues, por la gracia que me es dada, a cada cual que está entre vosotros, que no tenga más alto concepto de sí que el que debe tener, sino que piense de sí con cordura, conforme a la medida de fe que Dios repartió a cada uno.” (Rom. 12:3)
Esto quiere decir que no debemos confundir el pensar bien de uno mismo con el orgullo o la arrogancia. La persona que piensa bien de sí misma admite sus cualidades buenas y sus debilidades, mientras que la orgullosa niega sus defectos, en el mismo sentido, recibe tanto comentarios positivos como negativos, porque piensa bien de sí misma, ha aprendido a aceptarse a sí misma tal como es, con todos sus defectos y virtudes.
¿Pero, por qué es tan importante establecer esta cualidad – y entre más temprano, mejor- en el corazón de nuestros hijos?
Como siempre que algo que debe hacerse, se deja de lado, hay consecuencias, y en este caso hay consecuencias negativas que afectarán significativamente a nuestros hijos:
1. La primera y muy importante: Si nuestros hijos no aprenden a pensar bien de sí mismos, se sentirán inferiores; y el complejo de inferioridad conduce a problemas serios como la depresión, la drogadicción, problemas de ansiedad, comer en exceso, rompimiento de relaciones y otros problemas.
2. Una persona que no aprende a pensar bien de sí misma, será una persona con pocas aspiraciones para alcanzar el éxito y esto hace que se conviertan en adultos inquietos, tímidos, retraídos, inhibidos, ansiosos o desagradables. Por todo esto, es de la mayor importancia establecer esta virtud de pensar bien de sí mismos en los hijos. |