Lo que debe formar un padre en sus hijos I Parte: Una autoestima sólida
 

Entendamos lo que ellos necesitan
 

Por: Lic. Eduardo Alvarado

Esta serie de temas tiene como propósito, atender a una necesidad primordial en nuestros días: Entender lo que nuestros hijos necesitan para actuar llevando a cabo los consejos y tomando en cuenta las advertencias que se hagan. Entendiendo que si no actuamos pronto, seguiremos cosechando lo que parece ser una inevitable secuela de dolor y angustia en nuestros hogares.

Los temas que estaremos compartiendo, no son de nuestra propia autoría, pero es siguiendo principios que sabemos han funcionado, en concordancia con la conciencia universal que nos habla de lo que es eminentemente bueno. Cosas que necesitamos en nuestro tiempo.

El primero de ellos es acerca de la autoestima; y queremos hablar de ella, tal como debemos entenderla para que sea provechosa para nuestros hijos; en otras palabras, una apreciación correcta de lo que significa, y un rechazo a lo que se ha dado en llamar autoestima, pero que solamente crea inseguridad, dependencia y boicot de parte de aquellos a quienes se ha pretendido estimar más allá de lo que en realidad son, han podido lograr, o merecen.

En alguna emisión anterior hablamos del carácter que necesitamos formar en nuestros hijos y resumíamos que un carácter aprobado, es mejor que la suma total de conocimientos que una persona pueda adquirir en su vida. Carácter es lo que necesitamos actualmente, y si tenemos metas elevadas para nuestros hijos, esto debe estar en nuestra mente como una prioridad.

Al hablar acerca de la autoestima, debe quedar claro una idea: La influencia en la vida de mis hijos como padres, es muy poderosa. Ser influyente en la vida de mis hijos, es el rol más importante que debemos jugar para formar un carácter aprobado.

En las palabras del Dr. Hugh Missildine, es como si cuando un niño nace, se le diera una película no expuesta para que la revele en su mente; y en esa película quedarán impresos: pensamientos, sentimientos, experiencias y esto desarrolla su verdadera identidad.

El Dr, James Dobson, también apunta: “La aceptación del valor intrínseco propio, es la esencia de la personalidad. Cuando se derrumba, todo lo demás comienza a estremecerse”.

En otras palabras, no hay incidente demasiado pequeño, que el menor no registre o que no forme parte de su personalidad; él mismo decide, si es inteligente o tonto, si es exitoso o fracasado, si es rápido o lento; si es guapo o feo. Es tan importante esto que acotamos, que cuando los hijos están en la educación secundaria, su autoimagen está casi completa y se convertirá en la idea que conservarán probablemente durante el resto de su vida; así de importante es lo que los padres hagan o dejen de hacer al formar parte del desarrollo de la autoestima bien entendida, viéndola como un proceso de la aceptación de la personalidad de cada  hijo.

La autoestima es pues, “pensar bien de uno mismo”, sin embargo aquí queremos diferenciar lo que es verdaderamente la autoestima, ya que después de los pensamientos que surgieron hace algunos años en relación a pensar bien de uno mismo, se asumió que entonces muchos de los problemas que existían, desde las  malas actitudes en casa y en la escuela, hasta la delincuencia juvenil, eran derivadas de una pobre autoestima; y eso no es exacto.

La autoestima no es entonces, hacer que la gente se sienta bien, sin que experimente, la agonía de la derrota, y haciendo que siempre sea reconocida, en aras de que siempre se sienta bien.

Llegando a un extremo, leía en un libro que en una ocasión, un maestro de Columbia, Missouri, cada día elegía a un niño para que se parara sobre una mesa para que los demás le aplaudieran. La intención era que el niño se sintiera bien en ese momento. Los estudios, no obstante, no pudieron probar que el aplauso falso y otras estrategias superficiales tuvieran efectos positivos duraderos.

La autoestima se forja día con día
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