¿Por qué es tan importante la Familia?
 

En qué fallan las familias
 

Por: Lic. Adolfo Rosales

A veces es muy fácil señalar a los demás, ver los errores de otras familias, ver los errores de otros adolescentes, esposas, esposos e hijos; pero ver nuestros errores es una capacidad que necesitamos para estos tiempos tan complicados, independientemente de lo que esté pasando a nuestro alrededor. Debemos empezar a trabajar firmemente en nuestra vida y por sobre todo en nuestra familia.

Queremos decir que no estamos generalizando, no todas la familias están mal, eso sí quiero aclarar, pero este tipo de estadísticas que mencionamos anteriormente, los 13,000 mil adolescentes en la delincuencia, los 800,000 en el alcoholismo, el suicidio como la segunda causa de muerte entre los jóvenes de 11 y 19 años de edad, son números grandes, son cifras que deberían  preocuparnos, alarmarnos; pero, por sobre todo, poner manos a la obra.

Si somos honestos, al ver estos datos, podemos entender que cada vez está fallando no solamente a nivel social, sino también a nivel familiar y la pregunta más correcta al individuo sería ¿Cómo está mi familia? ¿Cómo está la familia de cada uno de los que están leyendo este documento?

Algunas preguntas interesantes que nos podrían hacer reflexionar, serían las siguientes:

¿Hay vínculos fuertes entre los miembros de nuestra familia?

¿Hay un aprecio real entre unos y otros?

¿En verdad nos amamos?

¿Hay amor?

¿Nos procuramos?

¿Hay un cariño entrañable?

¿Se valora a cada miembro de la familia o hay alguna distinción?

Cuando mencionamos vínculo fuerte, nos referimos a una inversión de tiempo considerable a la cuestión afectiva y  personal entre unos y otros, apoyarnos, como se dice aún allí en la calle, en lo bueno y en lo malo, en las dificultades y también en los momentos buenos y agradables.

La familia es ese lugar donde debe generarse ese vínculo de aprecio  y de afecto. Si seguimos analizando, la siguiente pregunta sería la siguiente ¿Estamos viendo buenos frutos en nuestras familias? Y lo contrario sería que estamos viendo malos frutos, mal fruto podría ser las traiciones, quejas, pleitos, contiendas. Cuando llegamos a casa, es el lugar donde no queremos estar, el lugar donde nos sentimos angustiados, tensos, en depresión, en tristeza.

Vaya, preguntas que son prácticas, que si las aplicamos a nuestra vida ¿qué complicadas verdad?, ¡qué difíciles de responder en ocasiones!

¿Anhela usted llegar a su casa?, por ejemplo, ¿sabe que en su casa hallará una atmosfera de paz y tranquilidad?, ¿su casa es un refugio ante todas las adversidades de afuera?, ¿piensa en su esposa recurrentemente en un aspecto positivo?, ¿piensa en sus hijos agradablemente y anhela verlos?, ¿piensa en el momento en que llegará a su casa a poder disfrutar de la comida en compañía de su esposa y de sus hijos y poder sentarse, en un momento de tranquilidad, para poder platicar y convivir con ellos?

¿Ve usted que sus hijos van por buen camino? con una buena formación, que están aprendiendo valores como el respeto, la educación, ¿sus hijos están aprendiendo a valorar a papá y a mamá?, ¿los ven como amigos?, ¿los ven como ayuda?, ¿se respetan sus hijos entre sí?, ¿sus hijos colaboran en casa ayudando a papá, a mamá y a los hermanos? Son preguntas importantes pero todo habla yendo más a la profundidad de todos nuestros lectores.

Si somos padres de familia pudiéramos decir: ven esto en nosotros. ¿Ven buenos resultados como padre, como madre? Por el contrario ¿ven que no hay interés en cada miembro de la familia?, ¿hay un rechazo hacia un miembro?, ¿hay molestia o descontento?, ¿hay abandono?, ¿hay expresiones de me cae mal mi hermano, no le hagas caso a tu mamá, no la soporto, o a tu papá?, ¿hay distanciamiento entre papá y mamá?

Cuando hay un problema se dice: “allá que él lo arregle”, “que lo arregle ella”, “es la oveja negra, la oveja descarriada de la familia”, “¡qué más podíamos esperar de ti!”, “ya me lo suponía, ya me lo había dicho mi mamá y me lo había dicho mi papá”, “y a mí qué me importa que te pase eso, no me interesa lo que les pase a ustedes, déjenme en paz”.

Son frases que aunque son duras, escuchamos comúnmente en muchas familias en América latina y aquí en México también.

Preguntas de problemas delicados serían las siguientes:

¿Está su matrimonio al borde del divorcio?

¿Está a punto de destruir sus anhelos más apreciados?

¿Está a punto de dejar a sus hijos abandonados, dejándolos en la incertidumbre, volando como en el espacio?

¿Tiene problemas severos con sus hijos?

¿Están sus hijos en las drogas o incluso en la delincuencia?

¿Hay un embarazo no deseado y no se sabe qué hacer?

¿Están sufriendo una enfermedad contraída a causa de la promiscuidad sexual?

Estas preguntas son un tanto incómodas. En ocasiones nos hacen reflexionar y entender. Es muy importante que usted se haga la siguiente pregunta y que se responda con sinceridad, puede usted estar en una de estas cuatro diferentes situaciones:

  1. Mi familia está llena de problemas.
  2. Mi familia es fuerte, sí tenemos problemas, pero ahí la llevamos.
  3. Mi familia ya se echó a perder, está destruida.
  4. Mi familia está caminando correctamente y no creo que deba añadir algo más a mi familia.

Tal vez así sea una respuesta de estas preguntas, no solamente eso, si quiere tener una familia sólida, armoniosa, usted debe de actuar. Es como si en una casa empezara una fuga en el baño, entonces el papá dice: no llames al plomero, no hay por qué gastar en eso, pero él no pone manos a la obra y no repara la fuga.

Bueno, a los dos días hay una fuga mayor y a la semana hay una fuga mayor y al mes está todavía más grande, esto es porque no se está  atendiendo un problema, porque las cosas no se solucionan mágicamente.

Cómo rescatar a mi familia
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