El nuevo rostro del crimen juvenil II Parte: Hogares disfuncionales = jóvenes criminales (b)
 

La negligencia de los padres
 

Por: Dr. Sergio H. Canavati Ayub

Siguiendo con otra de las características de la familia disfuncional,  encontraremos  la negligencia por parte de los padres. Las investigaciones están repletas de hallazgos de una conexión entre la delincuencia y el comportamiento criminal, con la negligencia que reciben los niños de sus propios padres.

“De manera abrumadora -comenta Patricia Gosky- …los estudios realizados desde 1964, han encontrado una correlación entre agresividad, violencia, abuso físico, entre padres e hijos y el comportamiento agresivo del niño”.

Los estudios de los registros oficiales de los niños maltratados y delincuentes detenidos hablan de este principio: “La violencia engendra violencia”.  Por eso es que se ha triplicado el rango hasta el  50 y 70% de los casos oficiales documentados sobre el abuso de menores. Cuando las víctimas han sido los mismos delincuentes, es decir, cuando el niño ha sido abusado, el niño va a abusar; si el niño ha sufrido violencia, va a producir violencia.
 
Significativamente los miembros de pandillas y los jóvenes que se juntan para ser hostiles y violentos, casi sin excepción se criaron en un ambiente familiar peligroso. En su mayoría se salieron de casa para escapar de la violencia o se alejaron porque fueron abandonados o descuidados por sus padres. En consecuencia estos niños y jóvenes rechazados desarrollaron una visión del mundo “a la defensiva”.

¿Cuáles son las características de esa actitud defensiva?

  • Sensación de vulnerabilidad
  • Necesidad de protegerse
  • Creencia de que en nadie se puede confiar
  • Necesidad de mantenerse a cierta distancia social
  • Disposición a usar la violencia o causar intimidación para repeler a los demás
  • Atracción hacia las personas del mismo modo o conducta
  • Expectativa de que nadie vendrá en su ayuda. Se sienten en un desamparo total.

La estrecha relación entre el abuso infantil y el crimen violento se puso de relieve en un estudio de 1888 en que 14 menores de edad fueron condenados a muerte en los Estados Unidos, 9 de ellos habían sido brutalmente maltratados  y 5 habían sido abusados sexualmente por sus familiares.

Cabe mencionar que las mujeres delincuentes jóvenes que huyen de sus hogares, también con frecuencia son víctimas de abuso sexual. El abuso sexual o físico por sí solo puede pesar más que muchos otros factores  que contribuyen a la violencia, pero afecta a los niños y niñas de manera diferente. El abuso que han sufrido las niñas, tiene más probabilidades de resultar en depresión o en una hospitalización psiquiátrica. Esto contrasta con la hostilidad que se observa más en los hombres maltratados.

El abuso en la infancia también afecta la adultez
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