El más desaparecido: el hábito de la lectura III Parte: La lectura en el hogar
 

Desde la infancia, para que no se aparten del hábito
 

Por: Dr. Sergio H. Canavati Ayub

Para finalizar haremos referencia a la aplicación espiritual de este tema, habiendo ya mencionado la aplicación educativa, científica y estadística. Podemos tomar un verso de las Sagradas Escrituras que dice así en Proverbios capítulo 22, versículo 6: “Instruye al niño en su camino y aún cuando fuere viejo no se apartara de él.”

Si ese proverbio lo expresáramos en palabras sencillas en el ámbito de la educación, y aplicado a esta enseñanza, quedaría de esta manera: “Lee con tu hijo desde su niñez y conforme vaya creciendo, verás que cuando llegue a su vejez no dejará el hábito de la lectura y aun seguirá las enseñanzas buenas y positivas que aprendió de ti”.

A veces nos preguntamos por qué cuando los niños dejan la niñez y llegan a la adolescencia adquieren malos hábitos como la pereza, la flojera, no quieren ayudar en los deberes de la casa, se la pasan en los videojuegos y en la calle aprendiendo cosas que no les ayudan, exponiéndose a sí mismos a las drogas y al alcohol y otras conductas malas, y la respuesta en la mayoría de los casos es que no se aprovechó su niñez para instruirlo mediante el hábito de la lectura.

El niño no logró formar una conducta tal que le permitiera escoger lo mejor para su vida, como el hábito de estudiar, los deportes sanos, aprender a tocar algún instrumento musical; cosas que ayudan al desarrollo de su cerebro para que razone y tenga una capacidad crítica que le ayude a diferenciar lo que le va a ayudar y lo que no le va a ayudar en la vida.

Nuestros niños de hoy sufren, se incrementan cada día más trastornos como el Déficit de Atención, que muchas veces no es otra cosa más que una distracción continua del niño etiquetada como “Trastorno”, idea que se nos ha vendido para colocar en el mercado una gran cantidad de medicamentos que en vez de ayudar al niño, le pueden afectar de otras maneras.

El verdadero desarrollo mental y el hábito de la concentración, está comprobad: viene de la lectura. Cuando el niño aprende a leer en casa, aprende a leer en la escuela y en la universidad. Las investigaciones actuales de la Universidad Stanford, dicen que la concentración en el cerebro del niño se forma rápido y eficazmente mediante la lectura.

Los especialistas y la gente que está entrenada en el área de la salud, muchas veces ya están confundidos con los diagnósticos que cambian cada 15 años y los tratamientos, mientras las compañías farmacéuticas engordan sus cuentas bancarias, etc.

Ciertamente, existe el Déficit de Atención, existe el Trastorno Bipolar, pero ¿etiquetar al niño porque no se concentra en la lectura? ¡Vayamos a las raíces! Vayamos al hogar, al corazón mismo de los padres, si realmente tuvieron el deseo y esa persuasión de seguir y hacer todo lo que está de su parte para que el niño aprenda a leer, aprenda el vocabulario y forme el hábito de la lectura.

Dios no se equivoca, Dios nos creó con un cerebro maravilloso, las obras de Dios son maravillosas e increíblemente grandes; si queremos que nuestros hijos triunfen en la vida, llevémoslos a que desarrollen el hábito de la lectura.

El Doctor Rodolfo Villamar confirma que es un privilegio que nuestros hijos puedan escuchar desde pequeños  la preciosa Palabra de Dios.

Hagamos un cambio y ya no culpemos a otros por la mala educación de nuestros hijos, hagámonos responsables y no dependamos de personas ajenas para la necesidad de nuestros propios hijos. ¿Quién conocerá la necesidad de nuestros hijos mejor que nosotros los padres? ¿Qué carácter formar? ¿Qué enseñar? ¿Qué disciplina nueva adquirir?

Protejámonos de la invasión masiva y enrolladora que quiere mover a tus hijos como títeres para que sólo respondan a los estímulos de tal o cual idea ajena, y no olvidemos las palabras de Raúl Márquez: “Nuestros hijos serán esclavos de aquellos que pensarán por ellos y los influenciarán al fracaso”.

Y sobre todo no olvidemos las palabras de la profesora colombiana que comenta: “Los maestros colaboramos, pero no podemos generar los hábitos si los familiares no nos ayudan en casa”.

Si nuestros niños y nuestras niñas, sólo están viendo y aprendiendo de los medios masivos de comunicación, no nos espantemos después si vemos que cuando llegan a la juventud son violentos, groseros, desobedientes, perezosos y no quieren el bien. Muchas gracias por su atención.

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