El más desaparecido: el hábito de la lectura II Parte: ¡Vive la fácil lectura!
 

La lectura y el cerebro: La Dislexia
 

Por: Dr. Sergio H. Canavati Ayub

Quiero empezar este tema diciendo: “leer es para la mente lo que el ejercicio físico es para el cuerpo.” El autor de esta frase: Joseph Adison.

Si vamos a hablar de los efectos que tiene la lectura en el cerebro, hablaremos de un trastorno que provoca un bajo rendimiento escolar y es más común de lo que se piensa. “Lo malo es que en México no hay estadísticas y tampoco se diagnostica”, lamenta la pediatra del Centro Médico del Instituto Mexicano del Seguro Social, Elba González.

Ahora bien, ¿cuál es ese trastorno? Es la dislexia. Usted ha oído esa palabra seguramente no una vez, quizás varias veces. Vamos a descifrar esa palabra, el Trastorno de la Dislexia. Quisiera darles un ejemplo de la dislexia de la vida real; el nombre que voy a referir lo hemos cambiado para proteger la identidad del paciente y le llamaremos José.

Ahora bien, José es nuestro ejemplo para mejor entender lo que es la dislexia. José era un muchacho sano, bien desarrollado pero había un problema por el que solía regresar a casa llorando. Él estaba muy molesto porque le costaba mucho trabajo mantener el ritmo. La madre comenta por ejemplo: “Él me decía que no era tan inteligente como los demás niños”.

Empezó a quedar claro que José tenía un problema. ¿Por qué llegaba a casa llorando? ¿Por qué decía que no era tan inteligente como los demás  niños? A su madre, Rosa, le empezó a quedar a claro que José tenía un problema con la lectura cuando sus maestros le hicieron repetir en el kínder, porque no podía identificar las letras y mucho menos pronunciarlas.

“Me gustaría pasar trabajando con él una semana en una sola letra”, recuerda su madre. “Yo vi al principio -dice su madre- que no entendía, que él no sabía, y esto le molestaba seriamente a José.”

Sin embargo el problema de José fue especialmente desconcertante porque su incapacidad para realizar las tareas más simples de la lectura no iba con su personalidad. “Él era un niño inteligente, tenía la capacidad para entender otros temas. En el kínder, José tenía un entendimiento general de un estudiante de quinto grado…” (observe usted, estamos hablando de kínder, antes de entrar al primer grado o a la preprimaria, ¿curioso no?). Este niño José tenía la inteligencia de un niño de quinto grado y él estaba en kínder pero de alguna manera no podía aprender el alfabeto, o sea, tenía problemas con el vocabulario.

Poco después se llevó a José para las pruebas del Hospital Infantil en la ciudad de México donde los médicos descubrieron que tenía una dislexia profunda, así como el Trastorno de Déficit de Atención. Los médicos del niño recomendaron un plan de educación especial y a pesar de que no podían ofrecerle una solución simple, el diagnóstico en sí fue un alivio para sus padres. Dicen los padres: “fue muy importante aprender que José padecía de dislexia, así que pudimos empezar a recibir la ayuda que él necesitaba y así demostrar a todos cuán inteligentemente se comportaba nuestro hijo José”.

Darse a la tarea de ayudar al niño
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