Triunfando sobre las dificultades I
 

Las consecuencias de nuestros actos
 

Por: Dr. Sergio H. Canavati Ayub

A veces nos es difícil admitir que existe injusticia en el mundo, pero otra de las causas del sufrimiento, no solamente es el caos o el desorden que reina este mundo, no solamente es el azar o el destino.

Por ejemplo si el automóvil no estaba bien balanceado y tenía las llantas posteriores en muy mal estado y sales a un viaje de dos mil kilómetros y estalla la llanta posterior, pues la camioneta va a volcarse a alta velocidad y como sucede, luego se matan los ocupantes del vehículo.

Ahí no tuvo nada que ver Dios, no fue el que puso el pie para que se cayera la camioneta al precipicio. Por otro lado, tampoco tuvo que ver nada en sí una situación mística, rara o supersticiosa. Simplemente fue que no se arreglaron bien las llantas y obviamente tú mismo fabricaste tu propio destino. Hay gente que construye su propio fututo.

Entonces, a veces pensamos que se sufre por Dios queriendo perfeccionar nuestro carácter como sus hijos, los que hemos alcanzado en su misericordia el perdón de los pecados. Otros piensan que se sufre para que se purifique lo que tenga que purificarse en nuestra vida y así volvernos más nobles.

Otros piensan que el sufrimiento simplemente es cosa de suerte y azar o el destino que uno mismo fabrica al ser imprudente, al arriesgarse. Como por ejemplo los padres que dejan a sus hijos jugar con los contactos de la luz eléctrica y después los niños meten un pequeño fierrito y vemos como llegan a la sala de emergencias quemados o con sus caras desfiguradas. No fue Dios, fue un descuido.

Tenemos que aprender cuál es el origen del sufrimiento y no siempre culpar a Dios. Además tenemos el ejemplo de los narcotraficantes que, en su afán de hacerse millonarios, no les interesa destruir la vida de millones de jóvenes y hogares. Esto es una gran injusticia. La injusticia de ellos propicia el sufrimiento.

En una ocasión, leyendo un artículo interesante en una revista prestigiosa, una de las empresas más famosas del mundo para hacer entrevistas y para poder sacar estadísticas, dijo lo siguiente: “si el dinero que se gasta en los Estados Unidos de Norteamérica en el consumo de tabaco y de alcohol se dedicara para alimentar a África con un año solamente podría vivir el continente africano muchos años, sin pasar hambre.”

Entonces, no es Dios quien trae el hambre al África, es la injusticia, la falta de equidad en la distribución justa de la riqueza en una forma ordenada y bien dirigida. No es Dios el que produce las tragedias, sin embargo, él lo permite. Y los que conocemos su grandeza podemos enfrentar las tragedias con dignidad sabiendo que no estamos solos.

Cuando tú estudias las Sagradas Escrituras encuentras ejemplos preciosísimos de gente que sufrió sin deberla ni temerla. Tenemos el ejemplo de Job. Para muchos el libro de Job es difícil de comprender. Es un libro profundo y hermoso que analiza los temas más profundos.

La fe de un hombre llamado Job
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