Alcoholismo, placer mortal
 

La verdadera cara del alcoholismo
 

Por: Ing. Gilberto Sánchez

Hoy vamos a hablar de un problema social muy grande: el alcoholismo. No pocos hogares tienen problemas con algunos de sus miembros por su manera de beber.

Hoy queremos hablar de la verdadera cara del alcoholismo; y es que cuando nosotros hablamos del alcoholismo, cuando vemos la publicidad que hay, en el cine, en la radio, en la televisión, siempre vemos que el beber cerveza o el tomar vino, se relaciona con un estilo de vida muy placentero, con un estilo de vida en donde las personas son felices… se le relaciona incluso con los deportes, y de este modo, las personas se forman una imagen distorsionada de lo que es el alcoholismo realmente, ya que nunca o pocas veces se nos habla sobre los efectos  que tiene el alcohol en la vida del individuo, en la vida familiar y aun en la vida de una nación, por eso hoy vamos a hablar a cerca de la verdadera cara del alcoholismo.

Al alcoholismo se le ha llamado enfermedad de alcoholismo, se le llama también adicción al alcohol, refiriéndose al abuso habitual y compulsivo de bebidas alcohólicas como cerveza, vino o coñac, en sus diferentes presentaciones, etc. Y ciertamente, el alcoholismo produce enfermedades ocasionadas por ese abuso, que pueden ser agudas o crónicas.

Sin embargo, para comprender en qué consiste el alcoholismo, es importante decir que las bebidas alcohólicas contienen etanol, el cual es tóxico para el organismo, y  es la sustancia activa etílica en el alcohol que produce un efecto depresivo en el cerebro, y que con el tiempo, llega a desarrollar dependencia en las personas. Esto es lo que queremos definir como alcoholismo.

Quisiera comenzar este tema platicándole acerca de una conversación que tuve hace algunos años con el dueño de una miscelánea que era un amigo mío y en aquel entonces tuve la oportunidad de visitarlo. Me invitó a su casa a platicar, me mostró su miscelánea, yo ignoraba lo que él vendía y me llamó mucho la atención ver que no vendía ni cerveza, ni ningún tipo de licor, y yo sí le pregunté: ¿No vendes alcohol, ni ninguna bebida alcohólica?  “No, yo no vendo eso”, me dijo.

Le pregunté: ¿Por qué? ¿No deja ganancias? ¿Cuál es el problema? “No, al contrario -me respondió- si yo vendiera bebidas alcohólicas, mis ganancias se multiplicarían de una manera exponencial, o sea, realmente ganaría muchísimo, más que lo que saco con lo que vendo aquí,  y con lo que tú ves aquí: los abarrotes, los refrescos, las botanas… Si yo vendiera cerveza, la verdad es que yo ganaría muchísimo más… de hecho, han venido de las cervecerías y me han ofrecido vender, han venido de licorerías a ofrecerme sus productos y la verdad yo no he querido, por una razón: yo sé que el vender alcohol está matando a nuestros jóvenes, les está quitando la vida, los está destruyendo, yo sé eso. Yo he visto a los jóvenes bajo los efectos del alcohol y la verdad yo no quiero eso sobre mi conciencia, yo digo que no está bien, de hecho, yo tengo hijos y yo no quisiera ver jamás a mis hijos con esos problemas…”

Esa fue una conversación de hace varios años y debo decir también que a lo largo de estos años, he tenido la oportunidad de ver otras misceláneas, de ver a otros comerciantes y todos, efectivamente, están de acuerdo con la misma versión de aquel amigo con el cual platiqué que le estoy comentando a usted: que lo que realmente les deja a las misceláneas, es la venta de cerveza y por mucho.

Sin embargo aquel testimonio, aquella plática con aquella persona, me impactó mucho porque me hizo entender que estaba hablando con un hombre sencillo, con un hombre consciente de la realidad, y que realmente entendía lo que realmente era vender alcohol, de lo que entrañaba y del daño que causaba a los jóvenes y obviamente a las familias, por consecuencia a la sociedad.

Placer mortal
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