La Soledad I Parte: La Noche más Oscura
 

El egoísmo
 

Por: Dr. Sergio H. Canavati Ayub

En muchas ocasiones la soledad trae consigo el egoísmo y lo podemos ver claramente en el ejemplo anterior. El egoísmo nos vuelve muy centrados en nosotros mismos y nos olvidamos que alrededor de nosotros hay un mundo que sufre, que tiene grandes necesidades y que es más bienaventurado dar que recibir, así lo dijo nuestro Señor Jesucristo.

Cuando tú das amor, cuando estás cerca de las personas, cuando consuelas, cuando haces el bien, cuando te preocupas por las necesidades de los demás, recibes la dicha y la felicidad de ver la gratitud de ellos, de ver el progreso en sus vidas, y esto produce una satisfacción interna insuperable, una buena medicina y un buen remedio para la soledad.

Cada uno de nosotros debemos afrontar la realidad y tomar la responsabilidad de nuestra soledad, tú debes de hacerte responsable de tu soledad, pues es tu propia soledad.

Tienes que hacer cambios que sean efectivos en tu vida, debes de tomar la iniciativa. No te quedes paralizado, pensando, pensando y pensando. Debes escoger: o rechazas la responsabilidad y culpas a otros de tu soledad o te propones liberarte de ella.

Debes de dejar de culpar a tus parientes, a tus amigos, al medio ambiente, a las circunstancias de tu soledad.

Debes de tomar una estrategia efectiva para poder vencer esta aflicción tan terrible que es la soledad. Y el primer paso es aceptar en tu vida a la soledad. Esto quiere decir que debes aceptar el hecho de que has sufrido cosas en el pasado, situaciones que tal vez te han aislado, que la gente te ha abandonado, etc.

Es importantísimo también perdonar. Es sorprendente lo que ocurre en nuestra vida cuando perdonamos a aquellas personas que nos han lastimado y que se han alejado de nosotros.

Pudiéramos repetir las palabras del apóstol Pablo, en las Sagradas Escrituras, en Filipenses, capítulo 3, versículo 13: “Pero una cosa hago: olvidando ciertamente lo que queda atrás, y extendiéndome a lo que está delante…” Esta es la palabra que sale de la boca de Dios.

Veremos el enfoque de Dios, lo qué dice él con respecto a la soledad.  En este versículo encontramos el primer paso: debemos de aceptar el hecho de la soledad, no amargarnos, no frustrarnos, no deprimirnos más, no hundirnos más en ese pozo negro sino tomar resoluciones y pasos efectivos para poder ser libres de la soledad.

¿Has olvidado tú lo que quedó atrás en tu vida o sigue el pasado vivo, convirtiéndote en un prisionero del pasado? ¿Te han lastimado, te han dañado, te han abandonado? Una cosa debes hacer: olvidar con toda certeza lo que queda atrás y extenderte a lo que está adelante.

Recuerda las palabras de Dios: “No es bueno que el hombre esté solo” en Génesis 2:18. Dios no quiere tu soledad, Dios creó una compañera para el hombre, Dios creó al hombre  para que pueda ser una persona  de relación social, capaz de poder dar amor, y poder tener una relación personal con Él y con su prójimo.

Sin embargo hay algo que puede separarte de Dios, en Isaías 59:2 dice: “pero vuestras iniquidades han hecho división entre vosotros y vuestro Dios.”

¿Hay una división entre tú y Dios? ¿Hay pecado en tu vida? ¿Hay resentimiento, amargura, adulterio, odio? ¿Qué hay en tu vida que te estorba para poder tener una relación personal con Dios?

Esto es muy importante; es la esperanza que está puesta delante de ti: Cristo Jesús, el cual puede darte verdadera vida y llenar el vacío interior que llevas adentro. Esa soledad incurable, Dios la puede sanar.

Una perfecta solución
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