Tres Montañas a Mover
 

Primera montaña: La falta de esperanza
 

Por: Dr. Sergio H. Canavati Ayub

Ahora trataremos la primera gran montaña: abordaremos el tema de la falta de esperanza; y con ello nos referimos a personas que han perdido la esperanza en esta vida.

Quisiera citar un texto de la Palabra de Dios, la Biblia, que se encuentra en Proverbios 13:12 y dice: “La esperanza que se demora es tormento del corazón”, y esto tiene un principio bastante claro, ¿por qué mucha gente ha perdido la esperanza? Porque hay situaciones que hacen que la esperanza demore.

Por ejemplo, muchísimas mujeres llegan al matrimonio enamoradas de su esposo, haciendo votos de fidelidad, de servicio, de amor hasta la muerte, sin embargo cuando se dan cuenta cuando su marido no es la clase de hombre que ellas esperaban, cuando empiezan los pleitos y las discusiones, o cuando surge la infidelidad por parte de uno de los cónyuges, la esposa o el esposo, se siente desesperada(o).

¡Cuántas personas se sienten desesperadas porque no tienen realmente esperanza en la vida! Podemos decir que la esperanza es el oxígeno del alma, el alma se siente libre, vivificada, con vida, cuando existe la esperanza real en nuestras vidas, pero cuando no la hay, estamos sofocándonos.

La esperanza real y verdadera es aquella de la vida eterna, esperar algo real, y me refiero a términos de las Sagradas Escrituras, “La esperanza verdadera no avergüenza porque el amor de Dios se ha derramado en nuestros corazones por el Espíritu Santo que nos ha sido dado”. Estas palabras las cita el apóstol Pablo a la iglesia de Roma.

Cuando hemos recibido ese amor, porque hemos creído en Cristo Jesús, porque hemos puesto nuestra confianza en el salvador de este mundo, que murió por nosotros para salvarnos, recibimos el amor de Dios, el cual se derrama en nuestro corazón por el Espíritu Santo, y ese amor produce en nuestra vida una esperanza real, y esta esperanza, no avergüenza, porque es la vida eterna.

Y cuando vivimos con esa esperanza en este mundo, aunque estemos rodeados de aflicciones, de problemas, aunque no se cumplan las expectativas que teníamos nosotros de la vida, podemos ver que hay esperanza.

Hay situaciones que van más allá de nuestras fuerzas, que son como una neblina fuerte que nubla nuestra vida, produce desesperación, perdemos la confianza, el ánimo hasta llegar a un estado de depresión.

Segunda montaña: La Depresión
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