Prisionero del Pasado
 

La llave que abre la prisión
 

Por: Dr. Sergio H. Canavati Ayub

¿Cuál fue la llave para abrir esa prisión? Fue el perdón.

Para otros la llave fue dejar algún vicio, alguna adicción, alguna forma de vida destructiva. Para otros la llave será encontrar la paz verdadera. Para otros la llave será encontrar respuestas a sus muchas preguntas que les atormentan o a situaciones que viven en el hogar.

Quisiera hablarte también de un hombre que conocí dentro de la consejería, un hombre con muchos atributos positivos en su vida, era un hombre trabajador, sabía sacar los centavos y llevarlos a la casa.

Pero también tenía muchas cosas negativas, mal carácter, abusaba del alcohol y era infiel a su esposa. Y esto llevó a ambos, a él y a su esposa a una situación tensa que generó posteriormente en ella un odio literal hacia su propio esposo, al grado que le deseaba la muerte.

Este hombre decidió cambiar, decidió dejar el alcohol, decidió dejar el adulterio, decidió abandonar completamente ese mal carácter y se propuso de todo corazón hacer las cosas bien.

El resultado fue fantástico porque su esposa que lo odiaba tanto, fue la primera en cambiar y su cambio fue perdonarlo. Sus hijos que llegaron también a odiarlo y no deseaban que llegara a casa, empezaron a cambiar sus actitudes hacia él y ahora es un hogar estable donde reina el amor, la paz y la armonía.

Pero ¿cuál fue la llave en este caso? En este caso fue un hombre que decidió abandonar esas conductas destructivas y esos vicios que estaban causando ruptura familiar.

Entonces vemos, hablando positivamente, que hay personas que han logrado cambiar, pero hay otras que se sienten atrapadas.

Quiero hablar de un problema que afecta a muchísimas personas, que aprisiona en una forma cruel, que desperdicia una vida llena de felicidad, que endurece el corazón y que las personas que están en este problema realmente no viven días buenos, ni aman la vida, al contrario, cada día que pasa para ellos es un día malo, nuevos problemas, situaciones que les afectan y el efecto es acumulativo como una bola de nieve que va creciendo hasta que es insoportable poderla llevar dentro, aplasta y aprisiona mucho al alma.

Este problema produce que las personas cuando las lastiman devuelven mal por mal, de tal manera que van generando más rencor, resentimiento, enojo, corajes, gritos, malas palabras, son desconfiadas, se vuelven muy mal pensadas.

Y es precisamente un problema que daña a toda la felicidad en el hogar, roba toda la paz, hecha a perder todo como un veneno que corrompe, y destruye personas y familias.

Este problema hace que muchas personas se sientan vacías, huecas por dentro, se sienten tristes, afligidas y afligiendo a otros también con sus conductas, con sus quejas, expresando disgusto, enojo, hablando y pensando mal de otros.

¿De qué te estoy hablando? De una prisión de hierro que es la amargura.

La amargura, no es como nosotros pensamos en este país México y en otros países latinos y aun en los Estados Unidos. La amargura no es aquella persona que no le gusta divertirse, o que no le gusta bailar o ser alegre. Como dice la gente: “esa persona es una amargada, no le gusta divertirse”.

No, la amargura es algo más profundo que eso, la amargura es falta de perdón, es cuando te han hecho algo en la vida y no has logrado olvidarlo y está fresco y vivo adentro de tu mente y de tu corazón y que daña y destruye completamente tu vida.

Es un problema real y profundo, es una herida que destroza el alma.

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