¡Auxilio, mi alma se hunde!

Tipos de tensión

Por: Dr. Sergio H. Canavati Ayub

Yo te puedo mencionar tres. Podemos mencionar el odio, la frustración y la ansiedad. Este tipo de tensiones son más destructivas que otras.

El odio.

Cuando una persona guarda rencor, odio o aborrece a otra persona porque recibió un daño, insultos o agravios; y no hay un perdón profundo que traiga verdadera libertad a la persona de esos sentimientos que lo atan a la persona que lo agredió o a los recuerdos. Eso empieza a generar un estado de ansiedad o de tensión continua.

En la consejería familiar o matrimonial he visto que las personas que guardan odio en su corazón, que aborrecen a su esposo o tienen problemas con un ser querido que los ofendió o lastimó, que guardan resentimientos y no perdonan; que están viviendo todavía el pasado traumático y doloroso que sufrieron en una situación que probablemente ellos mismos no provocaron sino que en una forma injusta padecieron. Son personas que por lo regular sufren tensiones destructivas. Es como un veneno que corrompe y destruye absolutamente todo. Le roba la paz, le genera un estado de tensión continua, modifica su carácter, lo vuelve impaciente, agresivo, irritable, desconfiado, desesperanzado.

Y lo peor de todo es que pasa el tiempo, 20 o 30 años, y la persona sigue guardando ese odio en su corazón y se generan trastornos que llamamos psicosomáticos. O sea, no sólo se afecta el alma, sino el cuerpo también.

A veces la persona llega a padecer trastornos más severos, de carácter mental. Físicamente, le sube el azúcar, le genera diabetes o embolias, porque la sangre se hace más espesa cuando estamos bajo tensiones, se hace como el chocolate, espesa y le cuesta trabajo circular en las tuberías del cuerpo humano que se hacen más delgadas. Tú sabes que entre más delgada la tubería más presión. En un tubo ancho la presión es más baja, el líquido corre más lento, no provoca tensión.

Las personas con este trastorno pueden sufrir presión alta, trombosis, embolias, infartos, diabetes y a veces, vidas vacías, huecas, secas, tristes, oprimidas, sin motivación alguna. Y todo esto por el odio.

Por eso, el mandamiento de amar a nuestro prójimo como a nosotros mismos es uno de los más saludables. Por algo, Dios en su sabiduría manda el perdonar y amar a nuestro prójimo como a nosotros mismos. Si queremos que nuestro prójimo perdone nuestras faltas, tenemos que estar dispuestos a perdonarlos a ellos. Si no nos gusta que nos guarden coraje, pues no hagamos lo mismo con los demás. No hagamos daño a nuestra propia alma ni a los que estamos aborreciendo.

Vemos entonces que el hombre que esta dominado por el odio y el resentimiento presenta daños severos.

La frustración.


La frustración ocurre cuando una persona no logra realizar las metas que se propuso en su propia vida. Cuando alguien no pudo alcanzar algo en la vida, se frustra. Frustración es una palabra que trataremos de describir más ampliamente porque genera tensiones fuertes.

Hoy en día, cuando las metas que nos ofrecen las campañas de publicidad, que van más allá de nuestras posibilidades, las metas de éxito, de enriquecernos, tener dos o tres automóviles, tarjetas de crédito, viajar, tener casa propia y un mundo de cosas; no las alcanzamos vienen frustraciones terribles. Eso produce un estado de tensión crónica, una inquietud eterna que altera absolutamente el estado de ánimo de la persona.

Entonces es importantísimo meditar profundamente en esto.

Cuando te sientes descontento o insatisfecho porque no se realizó algo en tu vida. Por ejemplo, en la consejería encontramos que personas se frustran y presentan tensiones muy molestas porque no alcanzaron una relación sentimental que buscaban o porque se destruyó una relación que tenían. Eso produce una frustración.

Puedes darte cuenta que hay personas que sufren porque después de haber estado cinco años de novia con un hombre, con planes de casarse y todo muy formal, de pronto se entera que a la semana ya no quiere casarse y lo más trágico es que se entera que se casó con otra persona y tuvo un hijo. ¿Cómo se va a sentir esta novia, que fue frustrado su intento de poder casarse con ese hombre que tanto amaba?

¿Cuántas personas han perdido un trabajo en empresas o instituciones en donde por más de 20 años sirvieron y se sienten frustrados porque pensaban que iban a jubilarse en esa empresa? De pronto te quieren despedir de tu trabajo y hay otros cincuenta esperando con envidia, hablando mal de ti, queriéndose quedar con tu trabajo, sembrando cizaña; eso te produce una tensión terrible porque te frustras y pierdes el trabajo.

Para otros, el fracaso matrimonial. Muchos llegan al matrimonio ilusionados, felices y  emocionados; pero conforme empiezan los compromisos económicos, llegan los problemas de que el marido no quiere proveer para la familia, se vuelve flojo, empieza la tomada, la borrachera, los adulterios, los golpes y asperezas hacia la esposa. Y esa esposa se siente frustrada porque no alcanzó su meta y eso le produce tensión.

El joven que escucha a sus padres discutir, ¡cuánta frustración no ha de sentir! Padres que se quejan todo el día de sus achaques y enfermedades delante de sus hijos. Los hijos ya no tienen interés de platicar con sus padres porque saben que les va a ir como en feria.

La ansiedad.

Cuando esta se vuelve crónica e insistente es terrible. ¿Qué podríamos hacer al respecto?
Es importante que aprendas a enfrentar la vida, a verla desde otro punto de vista, que seas mucho más positivo en tu forma de pensar y hablar. Es importantísimo que aprendas a relajarte, a romper las tensiones mediante ejercicios de relajación, hacer caminatas, lecturas, siestas, romper la rutina diaria.

No es fácil dominar las tensiones y a veces es difícil ponerles un alto.

Un hombre estará tenso con una esposa que le reclama por qué no llega suficiente dinero a la casa. O lidiar con un jefe hostil. Una mujer con un marido de mal genio o que no quiere tomar responsabilidad en criar a los hijos. ¿Cuántas mujeres tienen esta tensión que las lleva a depresión y gritan por dentro: ¡Auxilio, mi alma se hunde!

Pareciera como las arenas movedizas para los excursionistas que aman el ir a parajes ocultos y de pronto pisan y se empiezan a hundir en una arena que los empieza a tragar. Y por más esfuerzos que hacen para salir lo único que hacen es hundirse hasta ahogarse y ser sepultados. ¿Cuántas almas se sienten hoy así? Sepultadas bajo las arenas movedizas de la frustración, el odio y la ansiedad.

Muchos no saben cómo salir de esta situación. Los hombres buscan la salida en el alcoholismo,  los jóvenes en la drogadicción o el sexo promiscuo, las mujeres en el rechazo, el reclamo, la amargura.
Es momento de ponerle remedio a esta situación.

Si el empleo dónde estás no produce, no lo dejes, porque más vale poco, seguro; y puedes empezar a buscar otro empleo. Dale solución a esa ansiedad. Si es la necesidad de perdonar, debes  hacerlo inmediatamente. Que ese rencor y odio que se ha anidado en tu corazón y produce tantos daños a tu alma y a tu prójimo salga para siempre. Busca ayuda de alguien que pueda aconsejarte, una persona que sepas que te pueda ayudar.

Agrégale a todo, las tensiones que se producen en el medio ambiente: el tráfico, los ladrones, el crimen, la violencia que no para, la inseguridad, la contaminación ambiental, los autobuses repletos de gente, la falta de transportación adecuada, las prisas, la hostilidad mutua entre los seres humanos.
¡Pobres de nosotros, cuánta ayuda necesitamos!

La ansiedad en la adolescencia
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