Enfrentando el dolor del adulterio

Ganar la confianza, un gran paso

Por: Ing. Gilberto Sanchez

Si usted y su pareja han tomado la decisión de continuar, es muy importante sentarse a platicar. Muchas personas cuando sufren la agresión quieren saber todo acerca de lo que pasó.

Hay personas que preguntan “¿Y qué hiciste? ¿A dónde fuiste? ¿Dónde la (o) viste? ¿Qué hacías con él o ella?” Estas personas desean saber  todo lo que pasó.

Para esto no hay una respuesta general para todos. Hay personas que cuando se les platica todo, descansan, meditan, e incluso algunas llegan a ver sus propios errores cuando ven que su cónyuge encontró en otra persona lo que ellos no estaban dando.

Pero también he conocido personas que cuando conocen todo a detalle, después ya no salen adelante. Se sienten tan afectadas y lastimadas que ya no se pueden levantar.

Lo más prudente que se puede recomendar en este caso es no meterse en detalles de lo que pasó con la otra persona porque es simplemente atormentarse. Yo les aconsejaría que si usted está dispuesto a perdonar ya no profundice más en el asunto.

Si la falta ya salió a la luz, y el marido está dispuesto a cambiar y está dando señales claras de que quiere cambiar la situación, ya no tiene caso profundizar en los detalles de qué pasó. No edifica, sólo lastimará.

Pero sí es importante sentarse a platicar sobre las condiciones que tendrán en el futuro. La víctima esta muy herida y ella puede decir “está bien, yo quiero darte una segunda oportunidad pero ya no quiero vivir ese tormento, yo quiero que tú acabando el trabajo, te vengas para la casa, y te pido por favor que atiendas estás necesidades que mucho tiempo te pedí que atendieras y nunca atendiste y por favor, si te hablo, contéstame…”

Tal vez la persona que ofendió se podrá sentir atada y decir “no, pues cómo me vas a empezar a restringir, eso no lo vivíamos antes…” Claro, antes no hubo un adulterio.

Es como ese joven a quien se le confía un carro. Se le dice “ten, aquí tienes un carro, quiero ver qué tan responsable eres para manejarlo.” El joven es cuidadoso, lo limpia, lo maneja con cuidado, es responsable con las señales de tránsito. Y el padre ve que todo está bien. Pero si en un momento dado, el joven empieza a andar jugando carreras, maneja a exceso de velocidad, tiene multas, tiene accidentes por imprudente, toma y maneja; posiblemente el padre diga. “Te voy a quitar el carro o va a estar más restringido, lo vas a usar solamente de tal a tal hora y en tales situaciones.”

El joven se puede preguntar “pero, ¿por qué me checas tanto?”, a lo que el padre dirá “no fuiste digno, perdiste mi confianza”.

Ocurre algo similar con el adulterio. Pero por favor, no estoy comparando a ningún ser humano con un carro, simplemente lo que quiero enfatizar es el saber aceptar la responsabilidad y el asumir los compromisos de las personas.

Cuando se casaron, la pareja asumió una responsabilidad y compromisos, que ahora se espera que ambos cumplan. Cuando uno falla, no es para condenarlo y decirle “ya quedaste marcado de por vida”, no, pero hay que entender que se perdió la confianza.

Si la persona quiere volver a confiar, está haciendo un esfuerzo muy enorme para volver a abrirse e incluso puede estar expuesta a recibir otra traición.

Hay personas que ya no quieren sufrir más pero cuando quieren realmente restaurar su matrimonio y no afectar a sus hijos, dan un paso valiente y de amor.

La recuperación de la confianza es un trabajo de ambos cónyuges. Cada quien debe cooperar, porque de no hacerlo, por más esfuerzo que haga una persona al recuperar la confianza, no va a poder, porque la otra parte no le está dando la señal adecuada.

Conocí el caso de una persona que después de que se enteró que su esposo fue adultero, ella quiso hablar con él. Tenía las pruebas y se las mostró; él tuvo que reconocer la situación pero guardaba silencio.

Imagínese una persona que le dice “pero, ¿tú andas con ella?” y el cónyuge simplemente se queda callado. ¿Qué mensaje envía una persona así?

El que no tiene nada que temer inmediatamente habla y si en un momento dado, el cónyuge se da cuenta de que su esposo o esposa están afectados por una situación, si de veras tiene amor por ellos, inmediatamente busca resolver el asunto y disipa todas las dudas.

Cuando no hay esa actitud, la persona afectada recibe una señal muy fuerte: no quiere, no está dispuesto (a), quiere seguir con esa aventura, no se ve arrepentido. Entonces la persona ofendida entra en una gran incertidumbre que la lleva a tomar otro tipo de decisiones.

Si usted ha ofendido a su pareja y quiere restablecer su matrimonio, primero tiene que entender que falló. Usted podrá decir “pero es que hubo muchas circunstancias en las cuales mi cónyuge participó de cosas que me llevaron al adulterio”.

Yo no niego que pueda haber ese tipo de cosas, pero que la persona haya tomado la decisión de cometer un adulterio es de la persona, nada más. Nadie nos obliga a cometer un adulterio, lo hacemos voluntariamente.

Dentro de las pláticas se puede comentar lo que al cónyuge que cometió el adulterio le hacía falta o lo que le afectaba de su pareja.

Una actitud radical
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