Por: Ing. Gilberto Sánchez
Hoy en día, en la sociedad se vive un ambiente en el que se influencia a las personas a vivir quitando ese freno establecido por la conciencia. Todo lo que rodea a las personas actualmente lo impulsa a no vivir bajo esos conceptos de conciencia, de respeto hacia otras personas.
En general, la sociedad hace un énfasis en que las personas deben vivir en una libertad personal y deben buscar su felicidad, pero no hacen énfasis en el respeto a los demás. Increíblemente, vivimos en una época en la que están en auge los derechos humanos y el respeto a los demás, pero irónicamente es cuando más se está faltando al respeto a esos derechos.
¿Por qué? Porque las personas están viviendo sin amar realmente, se les está enseñando a vivir sólo para sí mismas, no para hacer el bien a los demás. Se les está enseñando a buscar su felicidad a costa de principios y normas personales, esto lleva a no tener en consideración a los demás, a no respetar su dignidad, sus derechos y sus intereses.
Vamos a ver algunos ejemplos de cómo la sociedad influencia a las personas a que vivan de cualquier manera para ser felices, causando daño a los demás. Un ejemplo son los innumerables divorcios que hoy suceden en nuestras familias, es decir, la familia sufre muchísimo por la desintegración ocasionada por un divorcio, a veces por motivos tan increíbles como el hecho de que a una mujer se le quemen los frijoles.
En estas situaciones se demuestra que el marido no tiene amor por la esposa, no tiene tolerancia, no es condescendiente; es una persona que no soporta el error de los demás. También ocurren divorcios porque al marido ya no le gustó la esposa y mejor se consigue otra más joven y bonita. Su argumento es: “estoy buscando mi felicidad y no tiene nada de malo, es muy lícito”. No entiende el daño que está causando a la familia al romper el pacto matrimonial y dejar abandonados a sus hijos.
¿Qué encontramos en las vidas de estas personas? Vidas insensibles, insatisfechas, destruidas, llenas de dolor y amargura, hogares desintegrados, hijos abandonados, llenos de rencor, desorientados y desanimados. Todo, ¿por qué? porque el hombre quiso hacer lo suyo, porque la sociedad le enseña a buscar su felicidad.
Muy posiblemente, cuando el hombre tomó esa decisión, su conciencia le decía: “¡No! Es un compromiso matrimonial, tú prometiste estar con ella, amarla y respetarla. A ti no te gustaría que tu esposa te abandonara por otro.” Pero aún así lo hace, o sea, no aplica la regla de oro porque sólo piensa en sí mismo. |