Por: Ing. Gilberto Sánchez

Hoy vivimos en una sociedad que busca el placer de diversas formas y maneras; la sexualidad proporciona un altísimo nivel de placer, así está diseñado. Por eso, las personas buscan mucho ese placer a través de las relaciones sexuales, pero cuando la persona tiene una experiencia sexual, está pensando en sí mismo, no en la otra persona; está pensando en lo que va a obtener o en el placer que va a experimentar.

Entonces, como no piensa, no razona, no hace caso de su conciencia y no se frena, no entiende que eso puede llevar una responsabilidad. El joven no piensa que por estar buscando su placer puede embarazar a la joven y destruirle la vida, no piensa que puede contraer una enfermedad de transmisión sexual que lo puede dejar infértil, estéril, o que incluso lo puede llevar a la muerte.

La pornografía tiene ese impulso: simplemente experimentar placer. Cuando una persona está viendo a dos personas en una relación está experimentando cierto placer, es un estímulo sexual; pero en eso no hay nada de amor, ni de compromiso, simplemente despierta pasiones. Después la persona quiere experimentar eso, quiere encontrar una salida a todas esas pasiones que tiene; es como un volcán que despierta. No piensa que la forma de satisfacer esa necesidad lo puede llevar a cometer muchos errores.

Existen personas que tienen un fracaso rotundo en sus relaciones sexuales y el problema no está en la intimidad, el problema está en que no son amigos, en que no son compañeros, en que no hay respeto. La relación se vuelve algo mecánico y frío, simplemente por experimentar un placer. La sexualidad es parte del matrimonio, pero el matrimonio conlleva muchas otras cosas, que son mucho más importantes que la sexualidad; si no hay amistad, respeto y fidelidad, lo otro no se disfruta.

Recordemos el ejemplo del joven que mencionamos al principio, él empezó con un anzuelo que le despertó ciertas sensaciones; posteriormente, atraído por esas sensaciones, buscó más fotografías de figuras femeninas. El joven no pensaba en la vida de esas mujeres, quienes a veces tienen casos muy tristes.

Muchas de ellas son engañadas, se les ofrece un trabajo lucrativo en otra cuidad, incluso en otro país y cuando aceptan, motivadas por su necesidad económica y por los problemas que viven, se dan cuenta que era un engaño. Muchas son explotadas, tratadas peor que animales, como objetos sexuales, se les exige trabajar y perder su dignidad, porque eso es lo que hace la pornografía.

Tal vez cuando usted ve la fotografía y mira a sus ojos y puede ver esa sonrisa que ella refleja; y a lo mejor por fuera usted puede decir: “qué feliz es esta muchacha, está explotando sus cualidades”. Pero usted no sabe lo que hay dentro de su corazón, quizás hay un dolor muy profundo por estar siendo explotada, porque no se le trata como un ser humano o porque la gente sólo la aprecia por lo que refleja su cuerpo. Finalmente, va a envejecer y todo ese atractivo va a pasar, entonces la gente ya no la va a querer.