Golpes ocultos

 

Una historia muy triste
 

Conocí a un niño que su padre le gritaba todos los días, era el menor de todos sus hermanos. Cuando este niño nació, según me informaron, había muchos problemas entre el padre y la madre, había muchos gritos, pleitos y enojos. Este niño, quien ahora es un joven, me contaba sus experiencias y me decía:

“Maestra, no puedo olvidar todos esos momentos donde mi papá sólo estaba esperando que yo regresara de la escuela para mandarme a la calle a vender todo lo que se pudiera vender. No le importaba si estaba lloviendo, si hacía mucho frío o un calor insoportable, si yo estaba cansado, si traía hambre o si me quería acostar; lo único que le importaba era que me saliera rápidamente de la casa y me fuera a vender las cosas para traerle dinero. Cuando salía de la casa me gritaba y me amenazaba que tenía que vender todo lo que me había dado.

En lugar de llegar a la casa y hacer mi tarea o jugar con mis amigos, lo que hacía era andar por las calles, vagando para vender todo lo que llevaba; a veces, la mercancía que llevaba no valía nada y yo sabía que era pura basura, por eso no se me vendía. Cuando regresaba a la casa mi papá estaba borracho, ya había golpeado a mi mamá y estaba esperando para que yo llegara, me daba una golpiza cuando no había vendido todo lo que me había dado y no dejaba que mi mamá se metiera a defenderme.

Así viví yo por 15 años hasta que ya no aguanté y me escapé de la casa, ya no podía vivir en esa pesadilla. Ahora, aunque sé como ganarme la vida, porque eso es lo que yo hacía todos los días, llevo una constante ansiedad y miedo que me acompañan siempre; tengo miedo, temor, ansiedad y depresión. No puedo ser una persona normal porque todo lo que está a mi alrededor me molesta, siempre trato de desquitarme con las personas que me rodean por cualquier cosa que me dicen o me hacen.

Constantemente recuerdo y vivo todas las escenas donde mi padre me maltrataba, tengo cicatrices en mi cuerpo de los golpes que me dio con cinturones, palos y algunas veces con varillas, pero para mí mayores son las cicatrices del recuerdo de esas pesadillas, de esas vivencias.

¿Qué hago? No puedo ser una persona normal, no puedo conseguir un trabajo digno porque siempre me meto en problemas, no puedo relacionarme con la gente, con mis amigos y menos con mis amigas. Las noches son un infierno porque casi nunca puedo dormir hasta después de 3 o 4 horas que me acuesto y siempre me pregunto, ¿podré salir adelante de mi problema? Ahora llevo en mi ser el terror, el dolor y la impotencia.”

Consecuencias a largo plazo
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