Cómo cuidar nuestra mente II
Consejos prácticos para cuidar tu mente

 

¿Cuál es la actitud correcta?
 

No es el estrés lo que enferma a una persona, sino la actitud con la que se enfrenta una situación difícil y la manera en que se combate; quien tiene control sobre su existencia tiene más probabilidades de sentirse bien que aquel individuo que le permite a la vida llevarlo de un lado a otro.

         Un error común y muy de nosotros los latinoamericanos, es pensar que las cosas se van a solucionar sin nuestra intervención; lo cierto es que no hay que quedarse paralizado, inactivo y atemorizado. Los miedos se resuelven cuando los enfrentamos.

         Recuerda que los problemas se encogen de tamaño, se hacen pequeñitos cuando uno los enfrenta; mientras no los enfrentamos se ven gigantes, como monstruos que están desanimándonos constantemente.

         Con miedo no podrás resolver el problema. Por ejemplo, si eres mujer puedes tener un dolor de pecho y creer que es un cáncer de seno; no es lamentándote como arreglarás ese problema, ¡ve a un médico! A lo mejor lo que tienes es simplemente inflamación de un ganglio.

         Si en tu matrimonio tuviste un problema, ¡actúa! Habla con tu pareja y hagan un plan para resolver aquello que aqueja a ambos. Cuando tenemos un plan nos sentimos más en control y menos vulnerables.

            ¿Trabaja tu mente más rápido que tú? ¿Eres presa de situaciones negativas? ¿Está abrumada tu mente con gran cantidad de tareas que no son necesariamente divertidas, pero que se acumulan diariamente? ¿No tienes pausas para hacer ejercicio, descansar, dedicarte a un hobby o leer?

         Presta atención a tus pensamientos, ¿cuál es el tono general de lo que piensas, negativo o positivo? Una actitud optimista mejora la salud. Repito las palabras del doctor Edmund J. Bourne -autor del libro “The Anxiety and Phobia Workbook”- afirma que para disfrutar de un bienestar completo todos necesitamos hallar “un significado, un propósito y una espiritualidad”.

         Debemos fijarnos objetivos reales, a fin de fomentar la necesidad que tenemos de un propósito. Si nos fijamos objetivos irreales, no vamos a tener un propósito por el cual vivir.

         ¿Qué significa tener necesidades espirituales? Por ejemplo, seguramente reconoces tu deseo de amar y ser amado, esa es la base de una necesidad espiritual, es la más grande. También necesitas sentirte seguro, protegido, con esperanza y confiado; son necesidades que inspiran a muchos a buscar a un ‘ser supremo’, a Dios.

         Cuando estemos preocupados no olvidemos que es porque estamos vivos, no se trata de posponer las responsabilidades, sino tratar de ejecutarlas de la mejor manera.

La virtud de la fortaleza
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