Los problemas más comunes en el matrimonio y cómo resolverlos
Parte I

 

¿Cómo resolver los conflictos?
 

¿Lograr la armonía sin pasar por conflictos? Suena imposible, el conflicto es la manifestación de dos diferencias. ¿Cómo se pueden limar esas diferencias, no para ocultarlas sino para hacerlas convivir? En la mayoría de los casos, a través de la contienda. Entonces, aparecen:

  • Las quejas, esa reacción considerada injusta que pretende replantear reglas de juego. Cuando se convierte en modo permanente de expresión deja de ser efectiva, porque sólo se escucha el tono del quejoso pero se deja de escuchar lo que dice.
  • La querella es una actitud más activa que la queja. Cuando ésta no surte efecto, surge la querella con su tono más exigente y más duro, que lleva las cosas más cerca del límite.

         Cuando ni la queja ni la querella logran que la necesidad, la disconformidad, la incomodidad o los argumentos del "afectado" sean advertidos o tomados en serio por su pareja, nace lo que el psicoterapeuta francés Patrick Estrade, autoridad en materia de comunicación y relaciones humanas, llama ‘la disputa defensiva’, que es cuando ella o él estallan, están ‘fuera de sí’ o dicen cosas desacostumbradas.

         Estrade hace una aclaración fundamental: "No confundamos vivir un conflicto con vivir en él permanente". Un conflicto puede ajustar aspectos que se han ido desajustando por la convivencia o porque nunca fueron planteados ni advertidos. Vivir en conflicto significa que los desajustes son mayores que las coincidencias, que los resentimientos se acumulan y que el juego de poder es intenso: uno sólo puede convivir sometiendo y el otro se resiste a ser sometido.

         El conflicto como modo de vida puede desembocar en una crisis que obligue a reexaminar el conjunto de valores, creencias, actitudes y conductas de la pareja, que seguramente ya no funcionan. Una vida matrimonial en conflicto es una crisis.

         Es posible que esos ajustes enriquezcan la vida de pareja, aunque también puede ocurrir que no se pongan de acuerdo, habrán entrado entonces en el terreno de las contrariedades. Cuando la pareja está en desacuerdo hay cuestiones de principio en juego, ya no se trata sólo de diferencias o diversidad, hay otros factores en juego. Por ejemplo, surge la competencia en lugar de cooperación y solidaridad; el egoísmo, la necesidad de uno o de los dos de ser el centro de la pareja; el autismo, la ausencia del otro; una necesidad ilimitada de ser consentido, o sea, que el otro actúe, decida y elija por mí.

Aprovechando las diferencias para aprender
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