Por: Dr. Sergio H. Canavati Ayub

Para muchos de nosotros, muchas de las esperanzas o expectativas que se tenía para lograr en la vida, no se cumplieron, y eso ha generado en nuestro interior, una frustación, un gran vacío, una insatisfacción profunda.

Para otros temor, ansiedad y estrés, para otros deseos de no querer vivir, para otros una profunda amargura, y rencor y desaliento, para otros trastornos en el carácter, como el enojo, el ser irritable, el ser áspero, o el no tener paz ni dominio propio sobre sus propias emociones.

Qué terrible es cuando todo esto llega a nuestras vidas y no tenemos manera realmente de hacerle frente a la desesperanza.

¿Cuál es la verdadera Esperanza?

La verdadera esperanza es aquella que está fundada en algo real, o sea, no importa que sea pobre, o que no tenga gran educación, no importa la condición social, hay esperanza y se puede cumplir.

Miles de personas en Latinoamérica estarán de acuerdo conmigo y en que lo que digo es verdad: hay una esperanza que no frustra, hay una esperanza que no desanima, hay una esperanza entre todas las que mencioné, que no decae, que no se deja de cumplir, que no pasa de largo.

La grandeza del hombre según las Escrituras, tiene que ver con el hecho de que es creado a la imagen de Dios mismo.

Esto es algo maravilloso que la Escritura dice acerca del hombre, que quiere decir que tiene la libertad de escoger, que tiene conocimiento, que tiene virtudes similares a las de Dios.

La grandeza no consiste en que el hombre está increíblemente bien hecho como también lo están los animales y otros organismos, con un desarrollo cerebral que cada vez nos impresiona más.

Aunque vemos pequeño al hombre en relación con la inmensidad del universo, el hombre puede ejercer dominio sobre cada aspecto y situación en su vida, siempre y cuando su esperanza esté fincada en su Creador, en Dios mismo.