La verdadera esperanza: "El deseo cumplido"
 

Jóvenes sin esperanza.
 

Por: Dr. Sergio H. Canavati Ayub

Es impresionante ver que la causa principal de muerte entre los jóvenes son los accidentes automovilísticos bajo los efectos del alcohol; la segunda causa de muerte de los jóvenes es el suicidio, homicidio.

Vemos entonces cómo estos jóvenes, se desprenden prematuramente del hogar quizás en la preadolescencia y su cultura viene siendo la calle, su universidad la persona que les enseña el sexo promiscuo, la marihuana, el alcohol, y su graduación viene siendo un hogar fracasado, una cárcel, una amargura, una depresión, un suicidio, una adicción irreversible, incurable muchas veces.

Jóvenes sin esperanza

Qué alarmantes son las estadísticas de la desintegración familiar en América Latina: los jóvenes sufren depresión, se siguen sumando víctimas de la muerte por causa del descuido de los padres hacia los hijos. El Instituto Nacional de Salud Mental de Estados Unidos, reconoce que se puede calificar de epidemia la depresión entre los jóvenes. Algunos investigadores dicen:

“El estrés producido por el divorcio de los padres, las expectativas escolares y las presiones sociales de los padres son las razones principales de la depresión juvenil”.

Es decir, cuando los padres se están divorciando, o cuando los padres están discutiendo, cuando los padres están confrontándose en el hogar, el hijo sufre un estrés mental, una sobrecarga, una sobre fuerza, y esto lo lleva a la depresión y la depresión lo lleva al suicidio.

También cuando los jóvenes no cumplen con las expectativas escolares porque tienen déficit de atención, o una disparidad en su aprendizaje y no logra realmente acoplarse al sistema escolar, se frustra, baja su autoestima, se vuelve agresivo, manipulador, berrinchudo, distraído.

Finalmente cuando los padres ponen expectativas muy altas en el matrimonio y no se cumplen, cuando los padres les dicen a sus hijos: “vamos a ser ricos, vamos a tener una casa hermosa, en esta familia no se va a conocer la pobreza, ni la necesidad…” , y no se alcanzan esas expectativas, los hijos se frustran también.

Entre 1995 y el año 2000, el número de adolescentes entre 12 y 13 años que comenzó a tomar alcohol subió de 2 a 3 millones, bajando cada día la edad de iniciación, que quiere decir, que cada día los jóvenes empiezan a probar el alcohol en etapas más tempranas.

¿Cuál es la verdadera esperanza?
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