Por: Dr. Sergio H. Canavati Ayub

La palabra esperanza no sólo significa esperar, sino también se refiere a la expectativa de realizar o conseguir algo: hay personas que tienen la esperanza de ayudar a otros, de realizar un bien mayor para otras personas, de conseguir que se cumpla un objetivo grande en sus vidas, quizás un centro asistencial, una casa hogar, el poder proveer alimento para los pobres, el poder sacar adelante a sus hijos y brindarles educación a cada uno de ellos y poderlos ayudar a triunfar en la vida.

Es algo que tiene que ver de conseguir algo, con la posibilidad razonable de que algo suceda, porque cuando nuestra expectativa o nuestra esperanza es algo que no es razonable y no sucede, entonces nos frustramos.

Cuando nuestra expectativa es muy alta, por ejemplo, cuando nuestras capacidades no dan el ancho para alcanzarla, nuestro nivel económico, educativo, moral, etc., y queremos lograr grandes expectativas y somos perezosos, lentos, no tenemos deseos de trabajar, de esforzarnos y esas expectativas son muy altas, y si no las logramos entonces es, como aquella mujer que está esperando que venga su “Romeo” o como aquel hombre que está esperando que venga su “Julieta” pero cuando llega, no cumple la expectativa tan alta que tenían de esa amistad, de ese compañerismo, de ese cariño que esperaban, no se cumple, y entonces la persona llega a una frustración.

Muchos hoy en día están tratando de buscar una esperanza; han cifrado su esperanza en algo y esperan que pueda cumplirse.

Consecuencias de una vida sin esperanza

¿Sabías que el 50% de los suicidas cuentan con un historial de depresión grave en Latinoamérica? ¿Sabías que muchos de los seres queridos del suicida suelen atormentarse, preguntándose: ¿Qué tuve que haber hecho para evitarlo?

El alcoholismo y las drogas son otros factores de riesgo. El 21% de los alcohólicos tratan de suicidarse. Algunos estudios revelan que los familiares de un suicida corren más riesgos de quitarse la vida.

El suicidio es un problema de salud pública, agravado en las últimas épocas. Se ha expandido especialmente entre los jóvenes. La Organización Mundial de la Salud dice: “Cada suicidio se acompaña de 10 a 20 intentos frustrados que deja una estela de discapacidad y otras secuelas”.