Una esperanza de vida


23 Ene 09

“Claudia” una mujer cuyo nombre mantenemos en anonimato, fue asombrosamente rescatada del suicidio, en la ciudad de Guadalajara, el pasado sábado 17 de enero por la tarde.

Alrededor de las 19 horas, sonó el teléfono en la oficina central de Esperanza para la Familia: una llamada a la línea oficial de consejería nacional para intervención en crisis, entró desde la ciudad de Guadalajara. Era “Claudia”, de 47 años, quien se encontraba en una crisis nerviosa muy aguda, llorando con desesperación comienza a narrar su caso.

Lleva un año sin dejar de tomar alcohol y la depresión la estaba matando. “Mi vida ya no tiene sentido, ya no quiero vivir, ayúdeme por favor no me deje porque estoy a punto de matar a mi hija y matarme yo también”.

Entre muchas lágrimas y agonía, se le estuvo escuchando y atendiendo terapéuticamente sin que ella lo notara; al mismo tiempo se estaba notificando a los colaboradores de Esperanza para la Familia de Guadalajara, que se dirigieran al domicilio donde “Claudia” había dicho que se encontraba. Los paramédicos fueron informados también y se desplazaron al lugar de inmediato.

Luego de casi 40 minutos de mantener la conversación telefónica con “Claudia”, llegaron a su casa los paramédicos y el equipo de Esperanza para la Familia, quienes la abrazaron, la consolaron y le brindaron todo el apoyo moral, médico y terapéutico que ella necesitaba.

Al día siguiente, ya recuperada de la crisis, “Claudia” se presentó en el salón de conferencias de Esperanza para la Familia en Guadalajara. Acompañada de su esposo, llegó a agradecer profundamente el rescate tan valioso que hicieron a su persona y su familia.

“No tengo palabras para agradecer. Me encontraba tan angustiada en ese momento… yo sabía que necesitaba ayuda y tomé la agenda telefónica de mi esposo buscando algún teléfono que me pudiera ayudar. Vi el número de Esperanza para la Familia y me pregunté si realmente encontraría una esperanza, y para mi sorpresa me contestaron de inmediato, y me atendieron con una voz que parecía la de un ángel. Con paciencia me escucharon porque yo no sentí todo el tiempo que pasó. Sólo sé que hoy estoy viva y con una nueva esperanza, la esperanza que yo nunca había conocido. Gracias a todos por tan valiosa ayuda, que Dios los bendiga”.

                    

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