Cigarrillo y Alcohol: Niños pequeños aprenden
de los padres

EMSA
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Basándose en un modelo de simulación, una investigación reciente demostró que los niños de dos a seis años de edad son influenciados por los padres y consideran apropiado “comprar” cigarrillos y alcohol, lo que puede ser la semilla de patrones de conducta en el futuro.

Contexto

Independiente de todos los efectos nocivos directos que tienen, en el ámbito del hogar, el cigarrillo y el alcohol, hay otras consecuencias por explorar. El niño como fumador pasivo es proclive a desarrollar asma bronquial y sufrir otras enfermedades respiratorias.
El alcohol en exceso es un factor indudable en la violencia intrafamiliar en sus diversas modalidades, de las cuales el niño es víctima.

Sobre todo en años recientes han aparecido numerosas publicaciones sobre el papel y responsabilidad de los padres en la conducta del niño y del adolescente en temas como sexualidad, alcohol y cigarrillo.
La permisividad, la ausencia del hogar y en muchos casos el ejemplo de los padres se refleja en los adolescentes.

oco se ha estudiado el impacto de la conducta paterna en edades tempranas.

En un estudio prospectivo controlado, publicado en el año 2000 en el Journal of the National Cancer Institute, basado en intervención preventiva sobre el consumo de cigarrillo, comenzando a una edad aproximada de 8 años y con seguimiento hasta los 18 años, no hubo diferencia entre el grupo intervenido y el grupo control en cuanto a prevalencia y efecto cumulativo del hábito de fumar.

Investigación de la Universidad de Darmouth

No se ha evaluado la percepción y el impacto del cigarrillo y del alcohol en el niño muy pequeño. Es factible que la exposición a través de los familiares, de eventos comunitarios y sociales, además de los medios de comunicación, influyan a edad temprana. Esa fue la hipótesis que investigadores de la Universidad de Darmouth decidieron poner a prueba en un modelo simulado.

Ciento veinte (120) niños de 2 a 6 años edad fueron reclutados de consulta externa y centros comunitarios del estado de New Hampshire, sede la Universidad de Darmouth.

El experimento se realizó en un Laboratorio de Conducta en el cual se montó un escenario que simulaba un centro comercial donde los niños jugaban como adultos en plan de compras en un supermercado en cuya estantería o góndolas había 133 miniaturas de productos, incluyendo 9 que eran réplicas de paquetes de cerveza y vino y 6 de cigarrillos.

A los niños se les permitía seleccionar libremente los productos que iban a “comprar”, lo cual se verificaba en la “caja”; posteriormente se observaba qué hacían con los “productos seleccionados o adquiridos”.

El objetivo primario del estudio era la “compra” de cigarrillo o alcohol aun si se les advertía lo que estaban “llevando”. Los investigadores exploraron cómo los hábitos paternos de consumo de cigarrillo y alcohol afectaban la conducta de los niños lo mismo si lo hacía la exposición a películas para mayores de 13 años o clasificadas como R.

Participaron en una evaluación del perfil de riesgo 109 padres (91% madres).

Los niños seleccionaron un promedio de 17 artículos; los alimentos, medicinas y elementos de aseo fueron populares. Cerca de 30% de los niños seleccionaron cigarrillos y 50% los identificaron sin ayuda. Es más casi 20% conocían la marca. Dos terceras partes de los niños seleccionaron bebidas alcohólicas y en una proporción similar sabían qué estaban escogiendo.

Una cuarta parte de los participantes “compraron” alcohol y cigarrillos al tiempo.

La revisión de las encuestas paternas, luego de ajustes sobre los factores de riesgo que llevasen a escoger cigarrillos, reveló que el hábito paterno de fumar tiene una razón de disparidad (expresión de factor de riesgo) de 3.9. Los niños cuyos padres bebían alcohol al menos una vez al mes o veían películas para adultos tenían una razón de disparidad de 3.04 para la “compra” de bebidas alcohólicas.

Alrededor de 70% de los niños de 3 a 6 años de edad jugaban con los cigarrillos y las botellas de alcohol afuera del supermercado sobre todo con los cigarrillos si los padres eran fumadores.

Los autores concluyeron que “la conducta de los niños sugiere que son muy atentos al uso y placer del alcohol y del cigarrillo y que tienen expectativas bien establecidas sobre la manera como se ajustan al ámbito social”.

“Los datos, así mismo, sugieren que la observación de la conducta de los padres puede influenciar los niños pre-escolares de manera que perciban beber y fumar como conductas apropiadas en situaciones sociales. Esas percepciones pueden estar relacionadas con conductas más tarde en la vida”.

Comentario

El estudio de la Universidad de Darmouth sugiere de manera muy persuasiva que el ejemplo de los padres, a muy temprana edad, juega un papel importante en la conducta ulterior sobre el consumo de cigarrillo y de alcohol.

Obviamente, ello no es todo pero refuerza el concepto que otros ejemplos o modelos, el cine, la televisión y la publicidad de todo tipo son factores determinantes.

 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 

 

 

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