¿Prefieren morir que vivir en casa?

“Papá, mamá… ¡te necesito!” Qué grito tan fuerte escuchamos hoy de nuestros jóvenes. Ellos imprecan por padres: por varones y mujeres con mayor experiencia, que con amor los guíen ante las situaciones difíciles que están atravesando.

Estemos conscientes de esta realidad tan cruel en muchos hogares de hoy:
Los jóvenes prefieren quitarse su vida porque no son felices con sus padres.

¡Qué tragedia! Antes el gran problema era que los jóvenes se escapaban de sus hogares porque no soportaban vivir ahí dentro. Hoy el egoísmo en la familia ha desbordado a tal grado que los jóvenes piensan: “prefiero morir que estar con mis padres”. 

Especialistas coinciden que en México, la depresión es uno de los principales factores de riesgo para la vida de jóvenes entre 15 y 19 años, en el mismo grado que las drogas, el alcohol y los accidentes vehiculares.

¿Ha visitado el suicidio a tu hijo?

Nadie mejor que los padres debieran conocer el estado anímico de sus hijos. Los siguientes son indicadores de que tu hijo puede estar pasando por un fuerte problema emocional o depresivo, y muy cercano al suicidio:

Cambios de conducta

 

Cambios físicos

 

Duras emociones


Aislarse de las personas, inclusive de su grupo de amigos, renunciar a sus actividades, hacer comentarios de suicidarse, llorar constantemente, abusar de drogas o del alcohol; descuidar su persona: deja de peinarse, de arreglarse; el comenzar a regalar pertenencias que antes le eran valiosas, el ordenar sus asuntos: poner en orden su habitación, y comenzar a alistarse como si fuera a viajar. En general comportamientos que tal vez no eran muy cotidianos.

 


Pérdida de interés en su persona, descuido en la alimentación, pérdida de apetito, pérdida de energía física, insomnio, pérdida de interés sexual. Se agravan enfermedades menores, psicosomáticas, que demostrarían una depresión en el sistema inmunológico. Pensamientos o expresiones de suicidarse. Hacer dibujos de la muerte o hablar mucho de la muerte, del suicidio, de que pronto se irá.

 


Su estado de ánimo demuestra tristeza, enojo, apatía, angustia, juntamente con un letargo, una lentitud para hacer las cosas. Es común que utilicen frases como: no puedo seguir adelante, ya nada me importa, estoy pensando en acabar con todo, no seguiré siendo el problema, no hay más solución, estoy cansado de esta vida, no sé porqué estoy vivo, jamás hubiera nacido” . O directamente dice: me voy a matar, o pienso quitarme la vida.

La desesperanza los agobia haciéndoles sentir que no hay ninguna alternativa, ninguna otra opción para poder resolver sus problemas; la culpabilidad puede ser otro factor haciéndoles pensar que son un estorbo más que otra cosa en casa.

¿Cómo puedo
AYUDAR
 a mi hijo?

  • Estreche comunicación con él. Acérquese, platique con él o ella. Propóngase hacerse su mejor amigo. La comunicación es clave para rescatar a los jóvenes. Hable y hable y no se canse de hablar con él. ¡Escúchelo!

    Indague. Pregunte a las personas (amigos, maestros o familiares) que conviven generalmente con su hijo(a), si le han notado conductas extrañas.
  • Déle apoyo moral. Escudriñe el corazón de su hijo, y déle confianza para que él se abra con usted y le platique toda la angustia que siente. No emita juicios, concrétese a escucharlo con respeto.
  • Busque ayuda. Si usted observa señales de alerta en su hijo(a), no dude en llevarlo de inmediato a un médico para que le de el diagnóstico, tratamiento y terapia necesarios para salir adelante.

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