Los profesionales en salud coinciden en que son 3 las afecciones emocionales más comunes que suelen surgir ante la crisis:

INCERTIDUMBRE: Entre las miles de sensaciones que puede experimentar el ser humano, la incertidumbre se sitúa entre las que peor se toleran por ser la responsable de dudas, inseguridades, miedos y obsesiones que, a su vez, desencadenan la aparición de síntomas como el insomnio, desórdenes alimentarios, irritabilidad y somatizaciones que pueden mermar la salud física de las personas. Incertidumbre, y mucha, es la que está generando en muchas personas la actual crisis, un sentimiento que genera malestar, desconfianza y preocupación.

ANSIEDAD: Al quedarse sin empleo o ver reducidos los ingresos, se produce un fuerte estado de ansiedad, con graves consecuencias físicas y emocionales. Sobre todo, cuando obligan a modificar los hábitos de vida, por tener que suprimir determinados gastos, lo que incluso muchas veces, imposibilita ver soluciones o tomarlas, que pudieran llevar a paliar los efectos de la crisis, los cuales se ven aumentados hasta el paroxismo, por los medios de comunicación que exageran y propalan, todos los problemas verdaderos o falsos, para tener más sumisas a las personas.

ESTRÉS: De acuerdo con una encuesta de la Asociación Americana de Psicología, el dinero y  la situación económica son dos de las principales fuentes de estrés para el 80 por ciento de los estadounidenses. La crisis genera una preocupación excesiva porque hace sentir a las personas una impotencia para enfrentar gastos presentes y futuros los cuales no se ve que vayan a desaparecer sino más bien, amenazan con ser mayores y constantes.

La familia, al ser el núcleo donde comúnmente el hombre sobrelleva relaciones descargando sus emociones, expresando sus miedos, afectos y tensiones, se convierte muchas veces en el escenario donde las discusiones entre cónyuges, llantos y crisis causados por el estrés económico se disparan dañando las relaciones interpersonales, e inclusive tomando medidas nocivas para el grupo familiar, tal como lo ha comentado el propio titular de la Secretaría de Desarrollo Social de México, Ernesto Cordero Arroyo:

“La crisis económica afecta a todas las familias, pero hay algunas a las que impacta con más crudeza, al grado de que adoptan decisiones como “saltarse una comida” o sacar a los niños de la escuela y ponerlos a trabajar”.

De acuerdo con estudios recientes, las razones financieras que con mayor frecuencia causan conflictos entre los cónyuges propiciando un clima nocivo en casa, son:

  1. Sueldos bajos. Porque no suben los salarios pero sí suben los precios; de manera que las necesidades y demandas son exigibles y justificables en el hogar pero no alcanzan a ser satisfechas: La madre necesita proveer una cena saludable 7 días a la semana a sus niños y su bebé, pero el sueldo del padre apenas alcanzó a cubrir los pañales y la leche de la semana.  La esposa sufre y se siente frustrada  porque su familia no está comiendo bien; por otro lado el esposo también sufre una frustración al ver que su salario no alcanza a cubrir todas las necesidades, y el estrés lo lleva a preocuparse por su familia, por su sueldo y por buscar una solución o un escape.

  2. Imprevistos. Lamentablemente ante situaciones de impotencia el hombre comúnmente busca hallar culpables, enfocándose más en eso que en buscar soluciones; es por ello que los imprevistos son causa principal de pleitos familiares: un accidente, una enfermedad, un libro más para la escuela, recibir visitas inesperadas, ¡inclusive un embarazo no planificado! Es increíble que nos afecte tanto un poco de inestabilidad. El hombre que ya de por sí anda estresado y llega al hogar y se entera de “algo” que no tenía contemplado, puede explotar y hacer un daño terrible a su esposa e hijos que ninguna culpa tienen por lo ocurrido.

  3. Mala organización de la economía familiar. “¿Por qué me endeudé?” “¿Para qué saqué ese artículo a crédito?” No todos tenemos el privilegiado talento de la administración y nos es difícil organizar y planificar los gastos; pero sufrir las consecuencias de decisiones mal tomadas, siempre es catastrófico. El no ponerse de acuerdo para tomar la mejor decisión o tomar decisiones a la ligera, bajo presión o apresuradamente, no sólo ocasiona serias discusiones; lo peor es que para aplicar una mala solución tratamos de –como se dice comúnmente – “abrir otro pozo para tapar el primero”, y es ahí donde se conforma el círculo vicioso, alguien nos escribió esto.- “…como no nos alcanzaba para la comida opté por no pagarle el tratamiento antialérgico a mi niña, pero ahora se me enferma más que antes y he gastado más en medicinas; el problema me ahoga porque cada vez que mi hija tiene una recaída mi esposo me da una regañada recordándome mi mala decisión y yo le reclamo que él tampoco hizo nada por ayudarnos.

  4. Despidos inesperados y largos períodos de paro. Toda pérdida genera un estado de duelo, a veces mayor a veces más corto. A todos nos duele perder algo. Ya el sólo hecho de sufrir un despido es una pérdida significativa con sus consecuentes impactos emocionales en la vida de quien lo experimenta, ¡cuánto más si le añadimos la frustración de ver necesidades en casa y no poderlas suplir! O salir a buscar empleo diariamente y hallar solo puertas cerradas. ¿No es esto un detonante de estrés en el hogar? Por supuesto que lo es. Que un miembro de la familia haya perdido su empleo le afecta tanto a él como a la dinámica familiar, pues consecuentemente otro miembro del grupo “saldrá al quite” trabajando más o si es el caso, empezará a trabajar cuando no lo hacía. Nuevamente nos hallamos frente a cambios, los cuales generan inestabilidad y estrés.

  5. Problemas personales de uno de los miembros tales como adicciones, irresponsabilidad, etc. Uno de los mayores males que se han propagado con la crisis es “el efecto escape”, el cual representa más un hundimiento que una salida. Ante la desesperación qué fácil y egoísta es salirse por la puerta del placer, pero los daños son peores: Gastos innecesarios en vicios, gastos en reparar los daños que causan los vicios, y un daño irreparable en la autoestima de los hijos y el cónyuge afectado quienes asimilan con gran tristeza la cruel realidad: que han pasado a segundo o tercer término, pues el(la) proveedor(a) en casa simplemente optó por evadir su responsabilidad antes de darse con esfuerzo, amor y responsabilidad hacia los suyos.





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Este artículo continuará en las próximas semanas para ofrecerle consejos prácticos de expertos en este tema de impacto familiar.

Edición especial de Esperanza para la Familia, A.C. con información de la Sociedad Española de Medicina Familiar y Comunitaria (SEMFyC), El Universal, y la Federación de Mujeres Cubanas.

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