¿Por qué mienten los adolescentes?
Urgen a padres a detectar y detener a tiempo los engaños
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Cada mentira que un adolescente teje con cuidado para ocultar la verdad, por lo general es un intento por cubrir comportamientos prohibidos y, en ocasiones, hasta peligrosos.

Recientemente, un estudio realizado por el Instituto Josephson de Ética en Estados Unidos, con sede en Los Ángeles, mostró que el 80 por ciento de los estudiantes de preparatoria encuestados admitió haber mentido a sus padres sobre algo "significativo" en el último año.

De hecho, de acuerdo con Javier López, coordinador de consejería de la UDEM, 7 de cada 10 chavos que consumen alcohol o fuman, les mienten
a sus papás al respecto.

En la adolescencia es muy común que los jóvenes no controlen sus impulsos, hagan cosas pensando en su bienestar temporal y luego mientan al respecto, explica Cristina Kennington, fundadora y directora del Centro Psicológico Psicología Preventiva.

"Cuando los papás los confrontan sobre algo malo que hicieron, el adolescente empieza a echar mentiras porque a veces no sabe por qué lo hizo", señala la psicoterapeuta.

Y es que la mayoría de los jóvenes mienten sin medir los riesgos a los que se exponen.

Sin embargo, la mentira también puede ser premeditada y en esos casos suele estar relacionada a la evasión de un castigo.

Ejemplos de este tipo son mentiras como "me chocaron estacionado y no vi quién fue" o "yo no tomo ni fumo".

"Esto no quiere decir que todos serán delincuentes, pero sí se puede interpretar como un deseo consciente de romper la reglas", expresa Kennington.

Otro tipo de mentira es la de fantasía, que busca engañar a otros e incluso a ellos mismos para aumentar su autoestima.

Ponerles un alto

Para evitar un castigo, miedo o simplemente para salirse con la suya, muchos adolescentes, ya sea instintivamente o con premeditación, urden una mentira.

Cuando una mentira es exitosa, el chavo por lo general vuelve a hacerla, así que es mejor ponerle un alto a tiempo para prevenir que los engaños se traduzcan en un abuso en el consumo del alcohol, malas calificaciones, bullying o relaciones sexuales precoces.

"Una mentira se mantiene, en cualquier edad mientras no me descubran, y se te va creando el hábito de mentir en la medida que tengas éxito en tus mentiras", explica la psicóloga escolar y terapeuta Marina Pérez.

"Si tú descubres a tu hijo a tiempo, se le va a quitar la costumbre. Detectar a tiempo es precisamente poder prevenir un problema mayor".

Muchos adolescentes que mienten, en el fondo esperan que sus papás los descubran.

"Nos damos cuenta a esa edad que estamos actuando mal, pero no te puedes detener por la presión del grupo, o por lo que sea, y necesitas a alguien que te rescate", afirma la también educadora en sexualidad adolescente.

Al descubrir a tu hijo, debes confrontarlo, no dejar pasar el momento pensando que fue una mentira pequeña.

"La confrontación, más que una situación de regaño porque me mentiste, tiene que ser enfocada a cuál es la desventaja de mentir y a que finalmente te vas a enterar como papá".

La primera escuela: el hogar

Aunque a los papás no les gusta escucharlo, es en casa donde valores como la honestidad se aprenden, y la escuela sólo sirve para reforzarlos.

"Todo lo que es de valores lo tienes que tener antes de los 8 años para que se quede firme, y claro que hay cosas que se aprenden después", explica Pérez, "y aunque duela, la educación en valores es parte de la casa porque eso es lo que el niño ve siempre".

Si para evitar contestar el teléfono mandas a tu hijo decir que no estás, él es testigo de tus mentiras.

"Les estás enseñando que se puede mentir, y el problema es que a cierta edad no pueden diferenciar cuándo es una mentira y cuándo no".

Enseñarles a decir siempre la verdad puede ser tan fácil como aprender dos palabras.

"De manera automática como los enseñaste a decir 'gracias' y 'por favor', que al principio no saben ni por qué ni para qué, luego ya se queda establecido y se hace un hábito", recomienda Pérez.

Para inculcar un valor grande, debes irte a la representación mínima; es decir, robar un peso es lo mismo que robar 100: estás robando; una mentirita es lo mismo que una mentirota: estás mintiendo.

Por eso, la guía básica que un padre puede dar a su hijo para evitar la mentira es clara: jugar limpio y ser natural es la mejor manera para lograr la aceptación de los otros.

Las 3 mentiras más comunes

Expertos analizan las razones que hay detrás de los engaños más comunes:

1: "Yo no tomo ni fumo"

El 75 por ciento de los adolescentes que consumen alcohol o tabaco les mienten a sus padres al respecto, dice Javier López, coordinador de consejería de la UDEM.

"Estas sustancias se relacionan con la etapa adulta, entonces muchas veces el adolescente quiere experimentar esa etapa y lo hace en los vicios, en lo prohibido", comenta.

Los jóvenes, aunque saben que está mal, ocultan el consumo para evitar el regaño, pues sienten que son lo suficientemente maduros para tomar sus decisiones.

En estos casos se recomienda a los padres no reaccionar con gritos, sino de manera calmada para establecer vínculos de confianza que motiven a los jóvenes a respetar los límites.

2: "¿En la escuela? Todo bien"

Mentir respecto a las calificaciones es algo que los adolescentes suelen hacer para evadir un castigo o, si la relación con sus padres es cercana, para no decepcionarlos.

Si no hay confianza, al llegar a la universidad el problema puede agravarse.

"El joven que tiene mucho tiempo mintiendo llega un punto que niega la realidad, y hasta se miente a sí mismo", comenta la psicoterapeuta Cristina Kennington, directora del Centro Psicológico Psicología Preventiva.

"Algunos jóvenes incluso gastan el dinero que sus papás mandan para la universidad y alardean con sus amigos sobre lo bien que les va sin estudiar", expresa Carlos Leal, psicólogo con maestría en psicoterapia de niños y adolescentes.

3: "Voy a casa de un amigo"

Ante la crisis de inseguridad, es normal que los padres se muestren temerosos respecto a la vida nocturna de sus hijos; sin embargo, prohibirles las salidas no es la solución.

Cuando el joven se siente encerrado o presionado tiende a mentir respecto a los lugares que frecuenta, y se da el típico "voy a casa de un amigo", expresa López, de la UDEM.

De esta manera, sin ni siquiera estar conscientes, los chavos impiden que sus padres los protejan, pues al ignorar su ubicación desconocen si sus hijos están o no en peligro.

Hijos honestos en formación

Especialistas dan sugerencias para formar el valor en los hijos:

- Sé honesto con ellos: Es importante enseñar con el ejemplo.

- Respeta su privacidad: Existen cosas que un adolescente o joven no quiere compartir con sus padres; no todos los secretos que guarda son peligrosos.

- No pierdas la calma: Cuando tu hijo (a) te cuenta algo inquietante, escucha y platica con calma. Guarda los gritos
para después; probablemente tu hijo ya se encuentra angustiado o consternado y no quieres asustarlo aún más.

- No permitas que le mientan a otros: Si no quieres que te mientan, es importante hacerles ver que está mal mentirle a otros también.

- Sé discreto: La confianza es algo muy difícil de lograr y fácil de perder. Si tu hijo (a) se acerca a platicar contigo, evita comentar lo que te cuenta con tus amigos.


Fuente: USA Today y especialistas en psicología del adolescente.
Publicado por: El Norte - 22 de marzo 2011/ Olivia Guzón y Jessica Castañeda

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