Una vez experimentada una crisis de éste tipo, la persona se siente continuamente preocupada, con una ansiedad anticipatoria creciente ante la expectativa de tener otra crisis. Además intenta evitar situaciones que pueden desencadenarla. 

Con cierta frecuencia, las personas que padecen este trastorno experimentan agorafobia. La agorafobia es la ansiedad que sienten al encontrarse en lugares o situaciones donde, en el caso de aparecer una crisis de angustia, pueden no disponer de ayuda. Por esta razón, estas personas evitan verse en esas situaciones, lo que las lleva a no salir a la calle solos, no ir donde haya mucha gente, no viajar en autobús, tren o avión o a no utilizar ascensores. 

Con mucha frecuencia y debido a todo lo mencionado estas personas se comienzan a deprimir severamente. 

El Trastorno de Pánico afecta a más personas de lo que uno imagina. Se calcula que en este momento un 3% de la población padece el trastorno; y que un 20% de la población sufrirá una crisis de pánico a lo largo de su vida. 

El Trastorno de Pánico puede afectar a cualquier persona, pero es más frecuente en mujeres, y en aquellos que tiene antecedentes familiares de esta enfermedad.