Cuando se percibe una situación como difícil o penosa, ocurren cambios en nuestras mentes y nuestros cuerpos que nos preparan para responder ante el peligro. El responder "peleando, huyendo o congelándose" incluye un aumento en los latidos del corazón y en el número de veces que se respira, aumenta la cantidad de sangre que fluye hacia los músculos de los brazos y de las piernas, se enfrían y sudan las manos y los pies, se revuelve el estómago y/o se siente terror o pavor.

El mismo mecanismo que crea la respuesta al estrés lo puede terminar. Tan pronto decidimos que una situación ya no es peligrosa, pueden ocurrir cambios en nuestra mente y en nuestro cuerpo que nos ayudan a relajarnos y a calmarnos. Esta "respuesta relajante" incluye la disminución en los latidos del corazón y de la respiración y una sensación de bienestar. Los adolescentes que desarrollan la "respuesta relajante" y otras destrezas para manejar el estrés se sienten menos indefensos y tienen más alternativas cuando responden al estrés.

Los padres pueden ayudar a sus adolescentes de las siguientes maneras:

  • Determinando si el estrés está afectando la salud, el comportamiento, los pensamientos o los sentimientos de su adolescente.
  • Escuchando cuidadosamente a los adolescentes y estando pendiente a que no se sobrecarguen.
  • Aprendiendo y modelando las destrezas del manejo del estrés.
  • Respaldando la participación en los deportes y otras actividades pro-sociales.