El nuevo rostro del crimen juvenil II Parte: Hogares disfuncionales = jóvenes criminales (b)
 

La paga que podemos esperar del niño: su obediencia
 

Por: Dr. Sergio H. Canavati Ayub

Tú como papá o como mamá, entiende que estás invirtiendo tu vida, tu dinero, tu corazón, tus fuerzas y tu tiempo para criarlos, por lo tanto, tienes que recibir  de parte de ellos una retribución. Es decir, los niños tienen que pagarte con algo, y ese pago se llama obediencia, seguir las reglas y la disciplina de la casa, etc.

Cuando un padre vigila a los hijos, conoce a los compañeros  de su hijo, sus actividades, dónde está su hijo en el tiempo libre; hay una comunicación. Cuántas veces la palabra comunicación no la entendemos, comunicar, estar cerca de nuestros hijos, estableciendo un puente entre hijo y padre de comunicación donde se escuchan ambas partes.

Una buena supervisión es, al menos, tan poderosa como el apego emocional de los padres al niño, pues representa otra forma de saber cómo conducirlos en su buen comportamiento. El vigilar a nuestros hijos llena esa necesidad que tienen de atención. Por otra parte, un padre que nunca vigila a sus hijos, nunca está en comunicación con ellos, nunca los corrige y no los instruye, verá que sus hijos sienten que no les pone atención.

Ejemplo de ellos son los hijos de madres solteras adolescentes, que, podríamos decir que están en mayor riesgo de un comportamiento criminal potencial. Una razón es porque las madres solteras adolescentes vigilan a sus hijos menos que las madres adultas casadas. Estas jovencitas son más propensas a tener un enfoque inconsistente acerca de sus hijos, suelen expresarse explosivamente con enojos para disciplinar a sus hijos.

En este tipo de hogares los miembros de la familia suelen utilizar métodos agresivos para asegurar que sus necesidades sean satisfechas por los demás en la familia. Porque cuando el niño ve que es más propensa a ser agresiva, a gritar y reclamar, entonces el niño va a ser igual, va a utilizar los mismos métodos para que sus necesidades sean satisfechas.

La incapacidad de nosotros como padres para observar y vigilar el comportamiento   de nuestros hijos lleva a una de las principales etapas de la delincuencia, estamos hablando de la ruptura familiar. Esta ruptura familiar produce en nuestros hijos un comportamiento deteriorado: ser antisociales en su desarrollo con las demás personas, afectando su desempeño académico y posteriormente en la adolescencia, estas condiciones continuarán, ya que disminuye la supervisión de los padres y coloca al adolescente en un mayor riesgo de entrar a grupos de amigos rebeldes.

Recuerda: si tú no eres el padre de tus hijos, otros se van a encargar de enseñar a tus hijos. Solamente que les van a enseñar lo que tú no quieres.

La disciplina con abusos tiene efectos contrarios
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