La formación del carácter de los niños I Parte: La obediencia y la perseverancia
 

El ejemplo de Samuel Langley
 

Por: Profr. Roberto Durán

Quiero iniciar con un comentario de los hermanos Wright, de quienes hemos escuchado mucho y quienes fueron los primeros en motorizar los vuelos en la primera parte del siglo XX.

 Las circunstancias que rodearon al primer vuelo el 17 de diciembre de 1903 constituyen una historia interesante, porque antes de que los hermanos Wright pudieran volar hubo otra persona que hizo el mismo intento.

Quiero tomar este ejemplo porque a diferencia de los hermanos Wright, la otra persona intentó lo mismo, pero la falta de carácter impidió que lograra históricamente haber obtenido el primer vuelo comercial.

Antes de esta fecha los hermanos Wright eran desconocidos y sin educación universitaria, no eran líderes en la aviación. Hubo otra persona antes de los hermanos Wright que intentó poner el primer aeroplano en el aire: el doctor Samuel Langley, quien era un respetado profesor de Matemáticas y Astronomía que por ese tiempo fungía como director del Smithsonian Institution.

Langley era un gran pensador, científico e inventor. Había publicado varios libros importantes sobre aerodinámica y tenía la visión de lograr que el hombre volara. De hecho tenía la visión antes que cualquier otra persona.
 
Entre finales y mediados de los años 1890, había hecho varios experimentos con grandes modelos de aviones no tripulados y había logrado un alto grado de éxito. Podemos resumir que era una persona exitosa, muy capaz, con muchos talentos, con preparación sumamente grande, con altas capacidades.

En 1898, Langley solicitó fondos al Departamento de Guerra de los Estados Unidos para diseñar y construir un aeroplano que pudiera llevar un hombre abordo. En aquél entonces el Departamento de Guerra, viendo la seriedad de la persona y sus capacidades, le dieron una cantidad considerable en dólares.

En 1901 logró con éxito que una nave no tripulada, que usaba gasolina y que era más pesada que el aire, funcionara. Era la primera vez en la historia que ocurría tal cosa. Estamos hablando de una persona que tenía una visión: el deseo de algo que era imposible en aquél entonces. Esto iba a ocurrir como primera vez en la historia de la humanidad.

Cuando consiguió los servicios de un hombre también muy capaz llamado Charles Madley, un ingeniero, para construir un poderoso y nuevo motor basado en los diseños de Stefan Balsa, su éxito parecía inevitable. Este hombre estaba luchando por ese objetivo.

El 8 de octubre de 1903 Langley esperaba que sus años de trabajo rindieran sus frutos. Reuniendo a periodistas, amigos y curiosos testigos, Langley caminó por la cubierta de una casa flotante y saltó al asiento del piloto de la nave llamada “Great Aerodrom”.

El aparato motorizado fue instalado sobre una especie de catapulta, especialmente construida y diseñada para dar el impulso inicial al Aerodrom. Pero cuando intentaron su lanzamiento, parte del Aerodrom quedó enganchada en la plataforma y el biplano finalmente se hundió.

El sueño, la ilusión, el objetivo, la meta de este hombre parecía hundirse en ese momento. Las críticas de periodistas, amigos y ciudadanos fueron despiadadas, los comentarios fueron terribles; tanto, que el New York Times de aquél entonces publicó lo siguiente:

 “No fue una sorpresa el ridículo fiasco de la máquina voladora de Langley al intentar una navegación aérea. La máquina voladora que realmente llegue a volar deberá ser desarrollada por esfuerzos combinados y continuos de matemáticos y mecánicos… entre uno y diez millones de años”.

A cualquier persona esto le haría desistir de la lucha porque todo mundo está diciendo que eso es un fiasco, que no sirve, que jamás va a funcionar. Cuando hay una presión grupal en donde todos te dicen “no vas a poder, es imposible”, la gran mayoría de las personas sucumbe.

Pero este hombre no se dio por vencido. 8 semanas más tarde, después de hacerle modificaciones al Aerodrom, volvió a intentarlo, pero volvió a ocurrir lo mismo. Se produjo un desastre, las críticas fueron devastadoras.

A su “Great Aerodrom” todas las personas comenzaron a llamarle de una forma despectiva: “La locura de Langley”. Así se le llamó a la máquina voladora de este hombre. También comenzaron a señalarlo y criticarlo diciendo que había malgastado los bonos públicos. La presión continuó.

Definitivamente aquí quedaban dos opciones: que Langley se aferrara a su deseo de que el hombre volara y hacer lo que nunca se había logrado, algo histórico, o darse por vencido, y esto fue lo que lamentablemente ocurrió.

Derrotado y desmoralizado había abandonado su trabajo de décadas, de tratar de volar, sin haber visto jamás uno de sus aviones piloteado surcando los aires. Sucumbió. La falta de carácter en estas circunstancias es determinante para el éxito.

El pensar en aquél entonces que el hombre pudiera volar era una locura, inalcanzable; pero en nuestros días es algo perfectamente posible. Ahora ya no nos sorprende ver los aviones comerciales o que las personas puedan ir y venir gracias a los servicios de las aeronaves.

Se dio por vencido. Solo unos días más tarde los hermanos Wright, sin educación, desconocidos y sin recursos pero con un carácter diferente volaron su “Flyer” primer avión en Carolina del Norte.

El carácter, es algo que necesitamos obtener, que necesitamos cultivar. El carácter no se logra en un momento, es un trabajo continuo de los padres hacia los hijos y va a ser de mucho aprecio, le voy a explicar porqué:

No basta el talento, las capacidades intelectuales, la inteligencia, etc. Mejor que el talento es el carácter. Y es cierto, Langley tenía todas las capacidades intelectuales, era una persona eficiente en esta área, pero faltó un pequeño ingrediente: el carácter.

Un hombre llamado Bertolt dijo que el carácter es el diamante que raya todas las otras piedras. Todos los seres humanos necesitamos el carácter en momentos decisivos, cuando vamos a emprender un sueño inalcanzable, un negocio, una familia, un proyecto.

Donde otros fracasan se requiere carácter para lograr el éxito que tanto anhelamos y ésta va a ser la diferencia entre el éxito y el fracaso.

¿Qué es el carácter?
Condiciones Legales de Uso | Derechos reservados 2012 ©