Educación Sexual - II Parte: Los principales educadores deben ser los padres
 

Pruebas científicas del fracaso de la “educación sexual”
 

Por: Dr. Sergio H. Canavati Ayub

No es fácil conocer en qué medida los diferentes programas que se han ido utilizando en los países occidentales para evitar los embarazos de adolescentes entre 11 y 18 años, han conseguido su objetivo, por lo que sobre este tema se suelen dar datos, muchas veces subjetivos, pero casi siempre sin una base científica adecuada.

Sobre ello se ha publicado recientemente una interesante revisión en el British Medical Journal, en la que se hace una evaluación de lo publicado entre 1970 a diciembre de 2000. Se recogen 26 estudios, en los que las condiciones esenciales para que una evaluación médica de carácter epidemiológico tenga validez, se han cumplido.

Los estudios procedían de Estados Unidos, Australia, Nueva Zelanda y Europa, excluyendo a Europa del Este. En este trabajo se constata que los beneficios conseguidos por los distintos programas son muy exiguos, porque no retrasan la iniciación de las relaciones sexuales en las mujeres ni en los hombres. Estos programas no mejoran la utilización de los medios artificiales de control de la natalidad y, sobre todo, no reducen el índice de embarazos en las mujeres jóvenes.

Únicamente se consiguieron resultados positivos en la prevención de embarazos de adolescentes cuando se utilizaron conjuntamente programas que introducían medidas técnicas (educación sexual, controles clínicos en las escuelas, disponibilidad de clínicas de planificación familiar), junto a programas de abstinencia sexual. Con estos medios conjuntos los embarazos de adolescentes se redujeron prácticamente a la mitad.

Los autores concluyen que “las estrategias de prevención primaria evaluadas hasta la fecha, que consisten sólo en el reparto de anticonceptivos, no consiguen retrasar la iniciación de las relaciones sexuales, o mejorar el control de la natalidad entre los adolescentes o reducir el número de embarazos en las mujeres jóvenes”.

En el Reino Unido, entre los años 1992 y 2000, el número de jóvenes menores de 16 años que acudieron a las llamadas “clínicas de planificación familiar”, donde se reparten anticonceptivos, incluyendo los que son abortivos, aumentó un 143,5%.

Durante ese mismo periodo, el número de recetas para la “píldora del día siguiente”, entregadas a ese mismo grupo poblacional, aumentó un 248.8%, y en un 321.5% en las adolescentes entre los 16 y 19 años de edad. Sin embargo, la tasa oficial de embarazos permaneció casi igual y la tasa, también oficial de abortos, aumentó. Mientras tanto, entre 1995 y 2000 los casos de enfermedades sexualmente transmitidas entre los jóvenes de 16 y 19 años de edad aumentaron un 58.3%.

Más estudios muestran la evidencia. Según publicaba un diario muy conocido en Inglaterra, “El Telégrafo”, clases de sexo no han reducido los embarazos entre adolescentes. Dos nuevos estudios, uno realizado en Escocia y el otro en Canadá, revelan que los programas especiales de educación sexual en las escuelas no tienen un efecto positivo en el comportamiento de los jóvenes y no ayudan a reducir el número de embarazos no deseados entre adolescentes. Las investigaciones suponen que la influencia cultural pesa más que la académica.

Los efectos perjudiciales de los programas de educación sexual que promueven sólo el ‘sexo seguro’ fueron puestos en evidencia en un estudio publicado en Inglaterra a principios del año 2004. El 14 de marzo, el periódico “El Telégrafo” de Londres informaba de una encuesta llevada a cabo por el fondo Family Education Trust, titulada ‘¿Educación Sexual o Adoctrinamiento?’. La encuesta analizaba las zonas donde la Unidad de Embarazo Adolescente del gobierno ha puesto en marcha programas para reducir el número de chicas que quedan embarazadas.

La estrategia de la unidad implica educación sexual más explícita en los colegios, con frecuencia llevada a cabo por las enfermeras sin que esté presente el profesor. También reparte libremente condones y envía tarjetas de cumpleaños a las chicas que cumplen los 14 años pidiéndoles que asistan a controles de salud confidenciales sin sus padres.

El informe del Family Education Trust encontró que en la mayoría de los lugares, ha habido un aumento de embarazos adolescentes tras la implementación de estos programas.

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