La Comunicación entre Padres e Hijos
 

Cuando no hay amistad con los padres
 

Por: Ing. Gilberto Sánchez

Últimamente hemos tenido la oportunidad de platicar con muchos jóvenes a través de conferencias sobre temas como la inmoralidad sexual y las adicciones, y ellos se han acercado a nosotros con muchas preguntas e inquietudes. Nos sorprendió la confianza que tuvieron para platicar con nosotros; así nos dimos cuenta de cuánta necesidad de dirección, de orientación y de información tienen los jóvenes hoy en día.

Uno de los puntos más complejos que ellos externaron es la falta de comunicación con sus padres. También nos platicaban lo que pasa en sus casas y sus sentimientos; ellos pasan por situaciones difíciles y nos preocupa que no tengan comunicación con sus padres o que cuando la busquen, no la hallen. Sólo encuentran una falta de amistad muy grande y eso les duele.

Cuando ellos externaban su necesidad se les llenaban los ojos de lágrimas y se notaba su tristeza y dolor. ¿Podemos platicar con usted? -decían- es que nunca hemos hablado con una persona adulta, y la verdad queremos platicar con alguien más grande. En esas expresiones dejaban entrever que, si bien es cierto que platicaban con muchos compañeros de escuela, también necesitaban a alguien con cierta madurez, alguien que pudiera explicarles de manera más clara los problemas de la vida.

Entre los jóvenes existe amistad y compañerismo, hay planes y compromisos a veces muy fuertes, pero ellos saben que necesitan una ayuda, un consejo maduro y centrado, un consejo que esté basado en la experiencia.

En muchos casos el padre no está presente, se fue con otra mujer o a otro lugar a trabajar y tal vez los hijos nunca lo conocieron; tampoco tienen una buena comunicación con su madre, ya que trabaja, o tiene muchos problemas qué atender.

Recuerdo el caso de un joven cuya madre se la pasaba sentada frente al televisor, mientras él tenía una necesidad muy grande. Se paraba junto a ella y le decía: “mamá, quiero hablar contigo” y la madre seguía con la vista fija en la televisión, como si no lo escuchara. Después de insistir varias veces, la mujer volteaba y decía “sí mijo, te escucho, habla” y volvía a fijar la vista en el televisor.

El muchacho le hablaba y le explicaba la situación y la mamá solo decía “sí, sí hijo, al rato”. Entonces se dio cuenta de que no estaba siendo escuchado y simplemente se retiró para no volver a hablar, ya que no encontraba una respuesta. Y la mujer, absorta en la telenovela, no alcanzaba a entender la necesidad de su hijo.

¡Qué terrible! Muchos jóvenes nos platicaban que se reunían a convivir con sus compañeros, tratando de llenar su vacío y soledad, pero lo hacían de una manera incorrecta. Algunos confesaron que bebían, fumaban, o tenían novio porque no encontraban el amor en casa. Se notaban con una presión muy fuerte a tener relaciones sexuales o a hacer cosas en contra de sus principios.

Cuando veía a todos esos jóvenes yo me preguntaba: “¿Qué se va a hacer con estos jóvenes? ¿Qué institución podrá ayudarlos?” Sinceramente, es un trabajo enorme y estamos tan limitados, tenemos tan poco alcance para cubrir toda esa necesidad que hay en ellos.

Entonces pensaba: “cada uno de estos jóvenes tiene un padre y una madre”. Si cada padre y madre se hiciera responsable del cuidado y de la formación de su hijo, el problema se resolvería. Realmente, la solución es muy sencilla, el problema es que no se hace y para empezar, hay una gran falta de comunicación entre padres e hijos.

Hubo casos dramáticos que cuando los escuchamos nos impactaron mucho. Una jovencita nos narró que tuvo problemas de abuso por parte de un familiar y llegó incluso a demandarlo a las autoridades, pero no encontró ninguna respuesta. Yo le pregunté: “¿hablaste con tus padres?” y ella respondió: “sí, pero no me creyeron”.Fue una respuesta llena de dolor y la joven rompió en llanto, ella sólo quería alguien con quien platicar y soltar toda su frustración, dolor y tristeza.

La comunicación y la formación van de la mano
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