Por: Dr. Sergio H. Canavati Ayub

Veamos algunos ejemplos:

• Tu hija de 15 años llega a casa y te dice que su mejor amiga ha roto la relación con ella y está inconsolable. La respuesta típica de sus padres será tratar de arreglar sus sentimientos, la madre le puede decir: “tú eres una muchacha muy buena, ya encontrarás otra buena amiga”.

En otras palabras, le dices cosas para hacerla sentir mejor pero no tratas de entender sus sentimientos ni le ayudas a que se enfrente a ellos, al contrario, los ignoras. En lugar de esto, deberías darle el ejemplo de una situación similar que tú hayas experimentado, para que ella vea que entiendes sus sentimientos y que puedes comprender lo que siente.

• Un adolescente llega a la casa y le dice a su mamá: “mi maestra es muy insensible, hace que yo me enoje; mira toda la tarea que nos dejó, piensa que no tenemos nada qué hacer”. El típico padre, después de haber visto la tarea, responderá: “no es mucha, ella se las deja para que puedan aprender, se preocupa por ustedes y lo único que quiere es que aprendan”.

Una mejor respuesta sería: “una vez mi jefe me dio tanto trabajo, que sentía que nunca lo iba a acabar, también me enojé aquella vez. Pensé que él era la persona más injusta en el mundo; entiendo cómo te sientes”.

En estos ejemplos, los muchachos están expresando sentimientos genuinos, reacciones que se generan desde lo más profundo de ellos. El típico padre responde de una manera que tiende a minimizar los sentimientos de los adolescentes.

En situaciones como estas, un padre no tiene que estar o no estar de acuerdo con el muchacho, sino que debe tratar de entender las emociones y sentimientos del adolescente.