La Culpabilidad

¿Qué hacer frente al remordimiento y la culpabilidad?

Por: Ing. Gilberto Sánchez

¿Qué puede hacer usted si tiene muchos remordimientos? ¿Qué puede hacer para quitar todos esos sentimientos que no lo dejan vivir? Para empezar, hágale caso a su consciencia. Si usted hoy tiene sentimientos de culpabilidad es porque usted mismo sabe que está mal, es Dios que le está diciendo: “Estás mal, tienes que corregir eso, cambia esa actitud”. Finalmente, lo que el Creador quiere es que seamos felices, pero él ya dijo cómo.

Por otro lado, reconozca que ha fallado. El hecho de que usted se sienta culpable es porque está reconociendo que hizo algo que causó daño; sea humilde y reconozca que ha fallado. Reconozca que usted es el responsable de cómo está su vida; reconozca que ha ofendido, que ha dañado, que no ha hecho bien las cosas, que como todos los seres humanos, se ha equivocado.

Ese sería el primer gran paso para salir de la culpa: el saber que usted está así porque usted lo provocó. Aprenda a reconocer sus errores, aprenda a darse cuenta de que si no es amado en casa no es por culpa de la esposa, es porque está cosechando lo que sembró. El que siembra bien, cosecha bien; pero si en casa no sembró amor, usted ha sido parte del problema. Reconózcalo.

Ahora bien, si ya reconoció que se equivocó e hizo cosas indebidas, arregle las cuentas. Vaya con aquellas personas que usted sabe que ofendió, siéntese a platicar y pídales perdón. No hay remedio contra la culpa sino éste: ir y arreglar las cuentas.

Hay muchas cosas preciosas que podemos encontrar si hacemos las cosas como Dios manda. Yo conozco el testimonio de un hombre muy humilde que un día entendió que estaba haciendo mal las cosas en su vida: durante muchos años había trabajado en un rancho y le había estado robando a su patrón. Finalmente se retiró de ese rancho, se fue a vivir su vida y se despidió del patrón.

Posteriormente, el hombre recapacitó y se dio cuenta que lo que hizo con su patrón no estaba bien. Así que, un día decidió ir a hablar con su patrón y confesarle todo lo que había hecho. El hombre viajó muchos kilómetros y pasó la Sierra para poder hablar con él, era un lugar complicado de llegar; él sentía mucho miedo, no sabía lo que podía pasar, lo podían meter a la cárcel, incluso podía tomar venganza propia. Pero él había resuelto resolver su problema.

El hombre se presentó con su patrón y de una manera muy sencilla le dijo: “Quiero decirle que yo abusé de su confianza, durante muchos años yo le estuve robando, tomaba las cosas sin decir nada y bueno, he venido a pedirle perdón porque yo sé que no está bien lo que hice. Quiero preguntarle qué quiere que haga para restituirle todo ese daño que le hice.”

El patrón, un hombre duro y de carácter fuerte, se le quedó viendo y le dijo: “¿Por qué haces esto?”. Él le dijo que quería arreglar su vida con Dios y que había entendido que eso no estaba bien y que si a él se lo hubieran hecho le hubiera dado mucho coraje. El patrón le dijo: “¡Qué bueno que estás haciendo esto! Vete, no me debes nada, me da gusto que lo hayas confesado, ya estamos a mano.”

El hombre regresó a su casa llorando, estaba muy agradecido con Dios por haber resuelto esa situación; había encontrado un descanso y una paz muy bonita. Se sintió libre, contento y feliz, sobretodo porque había conseguido un nuevo amigo, en otras palabras, habían hecho las pases y se había restaurado la relación.

Arregle las cuentas. No vale la pena perder la vida en interminables disputas, pleitos y enemistades y no disfrutar la vida con las personas con las cuales convivimos. Cuando uno arregla las cuentas y pide perdón, también debe perdonar, que sería el siguiente paso. Perdone, pase por alto las cuentas de los que le deben y perdone como quisiera que a usted le perdonaran sus faltas. ¡Cuánto dolor y amargura, cuánto resentimiento y rencor, cuánto odio y falta de respeto trae el no perdonar!

Aprenda a perdonar
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