Por: Dr. Sergio H. Canavati Ayub
Algunas investigaciones presentan diferentes perspectivas y esto tiene qué ver con la personalidad; las personas que son aptas para ser introvertidas o menos atrevidas para tomar riesgos, son sujetos solitarios y a veces demuestran tener una baja autoestima, por su falta de motivación y ánimo para relacionarse con otras personas; las personas abiertas y extrovertidas, con una red social amplia y satisfactoria, asumen los retos de la vida tal como son y ocupan su tiempo en actividades socialmente enriquecedoras, son personas que se sienten mucho menos solas.
Hay muchos tipos de solitarios: los que han perdido una relación afectiva profunda, los que se han alejado de las personas amadas, los que se alejan de los demás por miedo a ser rechazados, los que no han aprendido a convivir debidamente porque han volcado sus esfuerzos en triunfar o subsistir y son poco sociables, los marginados, ya sea por su raza o porque son minusválidos, enfermos, pobres.
En distintas medidas, todos sufren algún tipo de soledad y ésta es patológica y enfermiza. Aunque parezca un callejón sin salida quiero decirte que tiene solución. Para salir del aislamiento es necesario tener contacto, primero con uno mismo y después con los demás.
En algunas ciudades, un tercio de la población de entre 25 y 40 años vive sola, pero por mucho que las cifras conviertan a la soledad en un fenómeno social, ésta no deja de ser un problema íntimo y personal para el que sólo caben soluciones individuales.
¿Cuál es el corazón de la soledad? Es la ausencia de un vínculo profundo e íntimo con otra persona; el solitario siente que nadie lo aprecia ni comprende o que a ninguno le interesan sus problemas. ¿Cuándo se hace más habitual este tipo de aislamiento? Cuando la persona va madurando o en la vejez, pues se han perdido muchos seres queridos y la soledad se siente más fuerte.
También durante la adolescencia, cuando el temor al mundo y a los cambios físicos que no se comprenden ni se pueden controlar, llevan a muchos jóvenes a la introversión, se meten en sí mismos. Cuando no hay ese aprendizaje en la familia de cómo tratar a los demás y cómo fomentar relaciones positivas, estamos ayudando a nuestros hijos a forjar un carácter solitario, el cual también se ve favorecido por la timidez, el complejo de inferioridad y la fobia social. |