¿Hay un hombre en casa? - II Parte

El hombre de acero

Por: Dr. Sergio H. Canavati Ayub

El doctor Stanley distingue en su investigación dos tipos de varones: el hombre de acero y el hombre de terciopelo:

“Cuando un negocio fracasa, la responsabilidad se le pide al presidente de la línea, no al obrero. Asimismo los padres, como cabezas del hogar, somos responsables del estado en que éste se encuentre, sea bueno, malo o deficiente.”

El verdadero hombre, el de acero, es un hombre comprometido, cuya condición de esposo y padre está comprometida a tres cosas:

  • Proveer para su familia.
  • Proteger a su familia de todo lo que sea destructivo para la mente, el cuerpo y el espíritu.
  • Dirigir a su familia de acuerdo con la voluntad de Dios.

En segundo lugar, el hombre de acero es un hombre de convicciones, que se mantiene firme en ellas y tiene un cimiento, algo en qué creer. Es un hombre de valores, que conoce su responsabilidad y la acepta. Un padre no puede esperar que sus hijos crezcan con fuertes convicciones -sean espirituales, morales o humanas- si de él no han aprendido ninguna.

La tercera cualidad del hombre de acero es el valor; es un hombre valiente, decidido y enérgico. Los hijos que le piden consejo a su padre deben recibir una respuesta, aunque no sea la que quisieran.

Andrew Carnesh decía: “Ser popular es fácil, pero ser recto cuando lo recto no es popular, es noble”. Hay ocasiones en las que el padre necesita decidir y decir a su familia qué hacer. El hombre que teme enfadar a la familia y malogra los planes al hacerlos mal, ya está dañando a su familia con su indecisión.

¡Qué mejor inspiración puede tener un niño que tener un padre valiente, que sabe tomar decisiones! Quizá un muchacho le pueda decir a sus amigos: “mi papá no le tiene miedo a nada”, pero luego lo ve retroceder ante una decisión de la familia y entonces, que el jefe de familia tome una decisión equivocada no es tan malo como el que no tome          ninguna decisión.

Muchos hijos observan que es la madre la que toma las decisiones, porque el padre le dice: “tú decide, estoy muy cansado y no quiero hablar del asunto”. Ellos ven cómo la madre es quien toma las decisiones, la que resuelve los problemas porque el padre es un cobarde y no quiere hacerle frente a las dificultades del hogar.

Es más fácil para él evadirse viendo la televisión, tomándose una cerveza, yéndose con los amigos a pasear, en fin. Eso no es ser hombre, mi amigo, eso es el ‘hombre femenino’; la feminización del hombre.

El hombre de acero también es un hombre de carácter, íntegro, en el que se puede confiar, que cumple lo que dice; es un hombre de pureza moral que se guarda para una sola mujer.

Tal como lo dicen las estadísticas y los principales estudiosos de la familia, es un hombre honrado. El hijo de un hombre con esta personalidad tan sobresaliente dirá: “espero poder ser un padre como él” y su hija dirá: “espero casarme con un hombre así”. El acero simboliza lo digno de confianza, lo responsable que es un hombre cuando le es fiel a su esposa.

También es un hombre masculino, no afeminado. Dios hizo muy clara la distinción entre hombre y mujer “varón y hembra los creó”, dicen las Sagradas Escrituras en Génesis 1:27, Dios no quiso que los hombres y las mujeres pareciesen, actuasen y vistiesen lo mismo.

Si somos sinceros tenemos que admitir que preferimos a las mujeres femeninas; ser masculino significa hablar como hombre, moverse como hombre, pensar como hombre y actuar como un hombre.

El hombre de acero también es constructivo, trata de edificar a otros, especialmente a los miembros de la familia y pasa tiempo con su esposa e hijos. Para Samuel (un padre de familia) ser padre es, aparte de una bendición de Dios, una responsabilidad que se tiene que saber cumplir satisfactoriamente.

Samuel nos dice: “hay que estar con ellos, aconsejarlos, darles todo el apoyo que necesitan para que no lo tengan que buscar en personas extrañas o fuera de casa”.

¿Cómo ser ese hombre verdadero?
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