El Matrimonio

Que no falte el amor

Por: Dr. Octavio Maldonado

La tercera razón del fracaso matrimonial es la falta de Amor. Los matrimonios fracasan porque no hay amor.

Debemos entender claramente lo que es el amor, porque muchas veces entendemos el amor como un sentimiento y dejamos a un lado lo que realmente es: el amor es un compromiso .

Cuando se nos habla del amor también debemos entender dos conceptos: sacrificarse y darse , en otras palabras, es una decisión de hacerle el bien a la pareja cueste lo que cueste , aunque existan o no existan emociones, aunque no suene bonito o aunque no se sienta bonito, la decisión es de hacerle el bien a la pareja no buscando el beneficio personal ni esperando tampoco recibir nada a cambio, ese es el verdadero amor.

Sin embargo, hoy vivimos en una cultura que fomenta mucho el egoísmo. ¿Qué dice esta cultura? ¿Cuál es su slogan? “Soy feliz mientras más reciba”.

Hablamos del materialismo, del dinero, de la ropa o aun de los reconocimientos; y muchas parejas por esta razón no complementan a su familia en el amor, e incluso hay quienes no quieren tener hijos porque están acostumbrados a recibir y un hijo viene a ser un estorbo porque no van a poder recibir sino sólo van a tener que dar.

Alguien dijo por ahí “que mejor era dar que recibir” pero ahora vemos lo contrario: “mejor es recibir que dar”. Note usted que una persona mientras más quiera recibir, mientras más quiera comprar, más infeliz se vuelve porque siempre existe el vacío que no se puede llenar con aquello que compramos o con aquello que recibimos (estoy refiriéndome a lo material).

¡Una persona se siente más llena mientras más da!

Es más satisfactorio para el ser humano dar que recibir porque es parte del complemento natural, como lo expresamos desde un principio, el hombre es un ser de relación que no solamente necesita ser amado sino también necesita amar.

Todos los sistemas psicoterapéuticos que funcionan en la actualidad tienen este principio básico, esto es, todas aquellas personas que acuden con los profesionales de la salud tiene que estar implicados en acciones de dar para poder tener un buen resultado terapéutico.

Es constitucional: el hombre que se sienta y nada más espera recibir no va a ser un hombre feliz; lo mismo sucede en el matrimonio: cuando no hay un compromiso de dar y solamente se está esperando recibir, se provoca la infelicidad.

La felicidad la encuentra el hombre cuando ama a su mujer, cuando se da por ella, cuando se sacrifica por ella, cuando se entrega en forma sacrificial; cuando el amor es así (usted lo experimentará), será recíproco.

Lo que se siembra se cosecha. Quien está enfrente de ti entiende perfectamente el lenguaje del amor y cuando se recibe el amor, en forma recíproca también se da y eso es un círculo virtuoso: entre más se entregue una persona sacrificialmente y se dé por su pareja, más es lo que va a recibir; y no estamos hablando de dar para recibir de forma egoísta, sino simplemente estamos hablando de una regla natural.

Es tiempo de volver a este modelo original: al amor recíproco, al amor como un compromiso.

¿Cuál es el compromiso? El compromiso del varón es cuidar del hogar, cuidar de los hijos, proteger a la esposa, sustentar el hogar. ¿Quiere ver usted un hombre infeliz? Es un hombre que no hace esto.

Hoy vemos a hombres en la sociedad que actúan como mujeres y no me refiero a un término de afeminamiento o de modismos afeminados, sino un hombre que no tiene autoridad . O vemos a las mujeres que actúan como hombres con cargas grandes, con grandes responsabilidades y acaban frustradas y amargadas.

El modelo original es el amor, el compromiso de darse en forma sacrificial sin esperar recibir nada a cambio.

El hombre tiene que proveer de protección, de amor a su pareja y la mujer tiene que hacer lo mismo con el hombre en el sentido de apoyar al marido, de apoyar a los hijos y aconsejar.

Las mujeres son grandes consejeras, sumamente inteligentes y sensibles para entender muchas cosas y es por eso que en este complemento de amor y en este compromiso se encuentra la verdadera felicidad.

Pero cuando no lo existe, ya hay una razón muy fuerte para que exista este fracaso y para que se lleve finalmente el divorcio.
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