¡Un grito de angustia!
 

¡Qué importante es la familia!
 

Por: Dr. Sergio H. Canavati Ayub

Cómo varían los escenarios de las familias de los jóvenes que entrevistó esta doctora. Algunos adolescentes tenían solo un padre o no tenían hermanos, otros tenían padrastros, otros sentían que a nadie le importaban y que nadie se preocupaban por ellos.

Algunos de estos adolescentes que ella entrevistó hablaron de que sus padres eran alcohólicos, otros eran adictos a las drogas, otros eran adictos al trabajo y nunca tenían tiempo para estar con sus hijos. Otros padres eran difíciles de poderse acercar, formaban muros y barreras entre ellos de tal manera que algunos eran profesionistas, otros eran padres que vivían de la ayuda del gobierno, otros tenían trabajos que los alejaban del trabajo por largos periodos de tiempo. 

La mayoría de los adolescentes estaban estudiando la preparatoria, algunos estaban trabajando para costearse sus estudios en trabajos mal pagados: meseros, lavaplatos, etc.

Uno de los jóvenes dijo lo siguiente: “Tengo muchas luchas con mi familia, he peleado con mis padres constantemente, mi madre pensaba que nos entendíamos pero y o pienso que nunca nos entendimos. Nunca pude hablar con ella de mis problemas. Mi padre, aunque no nos entendíamos, le gustaba hablar un poquito más. Mis padres me llamaron un domingo y empezaron a pelear fuertemente por causa de mis malas calificaciones en la escuela. Ellos me estaban castigando porque no obtenía buenos resultados en la escuela. Yo podía obtenerlos, pero no lo intentaba. No quería, me estaba amargando contra mis padres por la forma en que me castigaban. Me encerré en mi cuarto y dije: no tiene sentido vivir.”

Este joven se amargó contra sus padres en una forma muy violenta porque éstos le platicaban a sus amigos las discusiones que tenían con su hijo y esto llevó al muchacho a perderles la confianza y a no hablarles más. Aunque los padres pensaban que estaban muy cerca del hijo, no lo estaban. Algún tiempo me acerqué a mi madre. Me encantaba jugar beisbol pero mi padre no era el tipo de persona con la cual pudieras jugar, siempre estaba cansado.

Los padres a veces pensamos que tenemos buena comunicación con los hijos, pero no es así. Asumimos que porque platicamos algo con ellos, conocemos sus almas y su interior, pero realmente estamos tan lejos y distanciados de ellos que ellos empiezan a resentirse porque no sienten el respaldo de nosotros.

En el caso de este joven, no está mal que sus padres lo hayan castigado por sus malas calificaciones, tienen todo el derecho, pero cuando los padres se exasperan, pierden el control y tratan de imponer su autoridad por la fuerza con gritería, con insultos verbales fuertes, con humillaciones, lo único que logran es herirlos y lastimarlos, pensando que les están haciendo un bien. Por lo tanto, los hijos pierden la confianza con sus padres.

Papá que me escuchas el día de hoy: ¿eres tú un padre que estás cerca de tus hijos realmente? Es importante que te preguntes eso.

¿Estás cerca de tus hijos?
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