La preadolescencia
 

Los padres, la principal influencia
 

Por: Dr. Salvador Cárdenas

La búsqueda de independencia en la preadolescencia es natural, así sucede con todo ser humano; hay que dar cierta independencia, pero no hay que perder ese lazo emocional que debe permanecer en los años posteriores. El padre y la madre deben ser la mejor y principal influencia para los hijos, no puede ser posible que los amigos de sus hijos ocupen el primer lugar en influencia para tomar decisiones.

Son los padres los que naturalmente aman a los hijos, los que desean que les vaya bien en la vida; son los padres los que deben guiarlos. Entonces, como padres, debemos aprender a otorgar independencia, pero al mismo tiempo debemos seguir siendo una influencia emocional afectiva muy fuerte para ellos, para que cuando lleguen los años difíciles de la adolescencia él no vaya a imitar la mala conducta de los compañeros.

Usted debe de ser una poderosa influencia en la vida de su hijo, pero ¡ojo!, el preadolescente puede incrementar más su reacción al ejemplo que usted le dé que a sus sermones. Cuando los hijos tienen hasta 8 años, la voz del padre y de la madre son la principal influencia, pero cuando llegan a los 10 u 11 años la mayor influencia que usted puede tener sobre ellos es su propio ejemplo.

Esto no quiere decir que la comunicación verbal deba perderse o que los consejos no deban darse, pero usted debe estar consiente que su ejemplo tiene mucha más influencia que sus palabras. Si usted es una persona buena para sermonear a los hijos, debe comprender que si su hijo tiene 10 años será más efectivo su propio ejemplo.

Impartir con su ejemplo las cualidades que usted quiere que sus hijos pongan en práctica en su vida es mucho más eficaz que repetírselo a cada rato con sus palabras. Si usted quiere que sus hijos aprendan a tener una comunicación respetuosa, a tener un trato gentil con los demás, a llevar una alimentación sana o a cumplir con sus deberes y responsabilidades sin quejarse y con amabilidad, ¡dígalo con su ejemplo! no con sus palabras.

Si usted es un hombre gruñón o una mujer gritona, si no sabe tratar a su vecino o a su familia, si usted tiene pésimos hábitos alimenticios; puede enseñarle a su hijo mil cosas con palabras, pero créame, sus enseñanzas van a fallar.

Usted ya no está ante niñitos que se creen todas las palabras de papá, sino ante personas que tienen cierto desarrollo de sus juicios y que, en cuanto entren a la adolescencia, sus juicios serán más claros y más certeros. Por lo tanto, no minimice el ejemplo que les da a sus hijos, mantenga la comunicación con ellos, pero entienda que lo más importante es el ejemplo.
¿Qué debo tener en cuenta al tratar con mis hijos adolescentes?
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