Un gran lugar para dar amor II

 

¿Una oportunidad para amar o para odiar?
 

Por: Ing. Gilberto Sánchez

¿No debería surgir otro sentimiento diferente al rechazo? Porque se supone que cuando tú tienes a una persona con capacidades diferentes, al tú verla, deberían brotar de ti los más altos valores de la humanidad: compasión, solidaridad, empatía, servicio, lealtad.

Pero lamentablemente parece que es al contrario: aflora lo peor, el rechazo, el menosprecio, el repudio.

Todo ese rechazo y repudio, puede llevar a la persona con capacidades diferentes a sentirse muy mal, y desalentado. Y qué triste si dentro de su limitación puede hacer muchas otras cosas, pero por falta de apoyo y motivación, se deja sin fruto y pierde su capacidad de disfrutar las cosas maravillosas que la vida podría darle.

Y aquí, los padres son los más responsables primeramente. Ellos pueden ser el gran motor que sus hijos necesitan para despegar en un mundo que les navega contra corriente.  

La persona con capacidades diferentes ve más emproblemada su vida, comienza a experimentar amargura, rencor, rechazo, empieza a odiar a las personas, incluso a quejarse contar Dios, empieza a chantajear a los demás, y a desencadenar sentimientos terribles que no tiene por qué experimentar.

Pueden llegar a perder el ánimo, la ilusión y dejar de poner de su parte para salir adelante. Todo porque hay una molestia, una amargura que se va acrecentando al ver la actitud de las personas que están alrededor.

Si tú eres una persona con capacidades diferentes y has experimentado esto, debes pensar que hay otro lado hermoso por conocer, lejos de absorberte en pensamientos de desánimo o frustraciones.

¿Sabías que hay honrosísimas excepciones? Existen en el mundo muchas instituciones admirables por su tenacidad y deseo de sacar adelante a estas personas, y trabajan hombro con hombro, con lealtad, sufren con ellos y eso es algo muy bueno.

Helen Keller, un gran ejemplo de superación
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