Por: Ing. Gilberto Sánchez
No menospreciemos a una persona cuando la veamos que tiene capacidades diferentes, jamás la menospreciemos, porque podemos encontrar a veces más nobleza, más sinceridad, más transparencia, un corazón más puro, en ese tipo de niños.
Muchas veces como ellos sufren mucho, aprenden a ser humildes, aprenden a ser sencillos y muy agradecidos con las cosas que la vida les puede dar, tiene un corazón muy abierto, muy generoso.
En cambio aquellos que a veces lo tienen todo, se vuelven personas muy ingratas, no valoran las cosas y entonces a la hora que se les demanda algún gesto de amor, de reciprocidad, muchas veces no lo tienen porque no aprenden a valorar las cosas que la vida les da, que Dios les da.
No menospreciemos de ninguna manera a este tipo de personas, son excelentes oportunidades para que usted dé todo su amor.
Aprendamos a valorar esas oportunidades que Dios nos da, que definitivamente son invaluables y que sobre todo nos ayudan a entender que debemos de ser agradecidos con todas las cosas que Dios nos da, a pesar de que de pronto creamos que ese hijo nos va hacer la vida más difícil y triste.
Vivimos en una sociedad donde hay estándares de vida y eso complica la vida para aquellos que tienen capacidades diferentes, donde se espera que un día los hijos salgan del hogar, se vayan con un título, con una carrera realizada y que se vayan hacer sus vidas y que hagan familia y que prosperen, que ganen dinero y que construyan una vida cómoda, placentera alrededor de ellos.
Pero cuando ven a esos niños con capacidades diferentes, como que todos esos sueños se esfuman y dicen los padres: “Nunca mi hijo con esta enfermedad va a salir de la casa, ya se va a tener que quedar con nosotros para toda la vida, no va a poder hacer nunca nada en la vida”.
Estos pensamientos estorban para el desarrollo de los niños con esta discapacidad, muchos mejor debería de decir: “Va a estar con nosotros para siempre, qué bueno que no se va a ir de nuestra casa jamás”, ¡esto debería ser un motivo de alegría! |