Por: Dr. Sergio H. Canavati Ayub

Los signos de una adicción física son: la tolerancia al alcohol y el dejar de consumir alcohol. La tolerancia al alcohol es la capacidad para beber mucho alcohol sin sentir o demostrar los efectos; y es un síntoma común en una etapa temprana y media de adicción al alcohol.

Una gran tolerancia al alcohol es un signo muy claro de las tempranas respuestas adaptativas del cerebro; en otras palabras, el cerebro le da la bienvenida al alcohol como un invitado regular combinando su estructura y funciona albergando grandes cantidades de dicha droga.

Muchos adolescentes tienen una gran tolerancia al alcohol, se enorgullecen por que pueden mantenerse sin perder los estribos, mientras que algunos de sus amigos se desmayan y llegan hasta a vomitar. Ellos no saben que la capacidad de beber grandes cantidades de alcohol y seguir funcionando como una persona normal, podría ser una señal clara y temprana de adicción física al alcohol.

Los que beben mucho y dicen que pueden seguir bebiendo sin que su conducta pase a ser anormal, lo único que están declarando es: “soy un adicto al alcohol”.

Al dejar de consumir alcohol en las etapas tempranas y medias de la adicción, se manifiestan síntomas precisos, tales como: estar temblando, sensación de estar agitado acompañado de nerviosismo, debilidad, náusea, diarrea, transpiración excesiva, pérdida del apetito, discapacidad en la memoria, sueños vívidos, insomnio, dolor de cabeza o de ojos, mareos y dolor gastrointestinal.

También se presenta una angustia psicológica, que puede manifestarse como: sentimiento de culpabilidad, vergüenza, ansiedad, aversión u odio a sí mismo, desesperación y desesperanza.

Los modelos negativos de conducta ejercen una grave influencia sobre nuestros hijos; pueden ser lo padres, los maestros, los líderes deportivos o, simplemente, gente que rodea al muchacho y que éste ve como personas a quienes imitar o ejemplos a seguir.

Con tristeza vemos que muchos maestros y maestras en América Latina y en otros países están cayendo en el consumo frecuente del alcohol. Es vergonzoso que un maestro diga a sus alumnos que quiere una ‘botellita’ para su cumpleaños; que hable de la cerveza como algo mágico, bonito y sabroso.

Es vergonzoso que un entrenador deportivo exalte las virtudes del alcohol y que después de un partido de fútbol se embriague; también es vergonzoso que una figura pública o un político lo agarren en estado de ebriedad, Es sumamente vergonzoso que un clérigo o una persona que se dedique a la religión, cualquiera que ésta sea, le guste tomar y diga que no pasa nada; los jóvenes lo escuchan y se dan licencia para embriagarse.