Los adolescentes y el alcohol I:
“Los adolescentes y el alcohol no se mezclan”

 

Una creciente falta de interés
 

Por: Dr. Sergio H. Canavati Ayub

Nuestros gobiernos en América Latina y aún en los Estados Unidos, no dan la importancia necesaria al daño tan terrible que está ocasionando, entre los adolescentes, el ingerir bebidas alcohólicas y no lo tienen contemplado en sus agendas.

Los políticos están más interesados en ganar bancas en las cámaras de senadores y diputados y en ganar proyectos que, aunque son importantes, no se llevan a cabo porque son pura palabrería.

Finalmente, no toman en cuenta algo realmente importante: el daño que el alcohol está ocasionando en los adolescentes. Por eso vemos las alarmantes estadísticas de crímenes en la juventud, que son resultado de jóvenes bajo los efectos del alcohol.

La asociación entre diversión, alcohol y otras drogas, es un fenómeno generalizado; las principales tendencias en los patrones de consumo de alcohol son: mayor experimentación de alcohol entre niños y, aumento de los consumos de alto riesgo. Éstos pueden ser: consumos excesivos en cortos periodos de tiempo o mezcla de alcohol con otras sustancias psicoadictivas, lo que se conoce en España como ‘policonsumo’.

Este problema ya rebasó las estadísticas, las perspectivas y los números, ya no hay control; no hay programas de prevención suficientes de parte del gobierno, el gobierno no cumple con el propósito de proteger a nuestros adolescentes; hay muy poca atención por parte de los padres de familia y la sociedad en general hacia este problema.

 Debemos levantar la voz de alerta para proteger a nuestros adolescentes del genocidio, de la cacería que hay contra ellos. Es un crimen que, al no existir redes de protección contra el asesinato en masa o genocidio, el alcohol esté acabando con los jóvenes en nuestros países.

Los jóvenes son más vulnerables a sufrir daños físicos, emocionales y sociales, derivados de sus propios hábitos de beber o de los de otras personas; hay fuertes vínculos entre: consumo de alto riesgo, violencia, comportamientos sexuales incorrectos, accidentes de tráfico y otros, incapacidades permanentes y muertes.

Y ¿quién paga los platos rotos? ¿el gobierno? No, tú los pagas, papá y mamá; la salud y el bienestar de mucha gente joven en nuestra sociedad están siendo seriamente amenazados por el uso del alcohol y de otras sustancias psicoadictivas.

Por todo esto, deben ser tareas urgentes para la familia, la escuela y el conjunto de la sociedad, el impulsar la prevención desde edades tempranas y reducir la tolerancia hacia su uso.

Es una vergüenza que en nuestros países latinos no se regule la tolerancia al uso del alcohol entre los adolescentes y jóvenes; es una hipocresía que tiendas disfrazadas de comestibles, pero que su producto principal es el alcohol, estén siendo plantadas frente a las escuelas, universidades, campos deportivos y demás lugares donde abundan jóvenes.

Es una vergüenza que no se legisle el consumo del alcohol en los jóvenes; podrá decir en la ventana de la tienda: “No se vende alcohol a menores de edad”, pero cuantos jóvenes se burlan esto pidiéndole a un adulto que les compre el alcohol, presentando credenciales falsas o dándole una propina al cajero. Esa no es la manera radical de combatir el uso del alcohol entre los adolescentes.

El alcohol y los adolescentes no se mezclan
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