Por: Ing. Gilberto Sánchez
El impacto de la violencia en la televisión puede ser evidente de inmediato, o a veces, el comportamiento agresivo puede tardar años en manifestarse.
Hay gente joven que puede verse afectada aún cuando la atmósfera familiar no muestre tendencias violentas. Se han dado casos en los que se ve un ambiente apacible aparentemente en la familia, donde no se ve realmente que haya un comportamiento agresivo, se ve todo normal, papá y mamá pueden estar tranquilos, satisfechos.
De pronto, con el paso de los años, cuando los niños crecen y se vuelven jóvenes, empiezan a tener comportamientos muy agresivos, a extrovertir situaciones que no estaban previstas por los papás o que muchas veces desconciertan a los padres, pues no entienden porqué el joven está tan agresivo.
Qué importante es que como padres, se tenga el cuidado de toda la información que recibe el niño a través de la televisión.
La violencia, la sexualidad, los estereotipos de raza, de género, el abuso de drogas o alcohol son temas comunes que te manejan en los programas de televisión, y los niños o jóvenes son impresionables y pueden asumir que lo que ellos ven en televisión es lo normal, seguro y aceptable.
Por consecuencia, la televisión también expone a los niños a comportamientos y actitudes que pueden ser abrumadores y difíciles de comprender. Qué importante es que usted sepa seleccionar lo que su hijo va a ver.
Cientos de estudios sobre los efectos de la violencia en la televisión en los niños y los adolescentes han encontrado que los niños pueden volverse inmunes al horror de la violencia.
También se ha encontrado dentro de los efectos de la violencia aprendida en televisión, que generalmente, los niños llegan a aceptar la violencia como un modo de resolver problemas. Qué importante es esto.
Los niños empiezan a aprender que tal vez la forma de resolver sus problemas es a base de golpes, de intimidación, de actitudes groseras o berrinches, porque es lo que ven en la televisión. Obviamente no es lo correcto. Se identifican también con ciertos caracteres, ya sean víctimas o agresores.
Ante toda esta perspectiva, surge un cuestionamiento en los padres: ¿qué se puede hacer para proteger a nuestros niños?
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