La conclusión que proponemos frecuentemente porque es la solución última y final para todas las cosas, es la de acercarnos con un corazón humilde a Dios para pedirle que Él nos ayude a tener una mente tranquila y en paz como adultos, que nos ayude a ser buenos padres y madres, que les ayude a mis hijos, a los jóvenes.
Que nuestros hijos tomen un camino correcto en la vida, que tengan valores éticos, morales, espirituales; no apaguemos estas cosas, no echemos a perder esa conciencia que Dios mismo nos ha puesto a través de educar incorrectamente a los hijos y que los hijos crezcan con una educación bastante laxa o donde son irresponsables y violentos.
La sociedad que vivimos no se formó sola, la sociedad en que vivimos en donde hay tanta gente deprimida, esquizofrénica, maníaco depresiva, con fobias, problemas mentales y emocionales, gente joven, fuerte, que debería de estar alegre y con una perspectiva optimista de la vida, ahora los encuentras deprimidos y a veces hasta suicidándose.
Esta sociedad donde vivimos en donde los jóvenes son violentos y matan a otros jóvenes, y aún golpean a sus propios padres, esta sociedad en la que vivimos la formamos todos nosotros, no se formó por sí sola.
Y no es mala suerte, es el fruto de lo que hemos sembrado, nos hemos alejado de Dios y hemos traicionado a nuestras propias necesidades espirituales.
La Palabra de Dios dice:
A todos los sedientos: Venid a las aguas;
y los que no tienen dinero, venid, comprad y comed.
Venid, comprad sin dinero y sin precio, vino y leche.
¿Por qué gastáis el dinero en lo que no es pan
y vuestro trabajo en lo que no sacia?
Oídme atentamente, y comed del bien,
y se deleitará vuestra alma con grosura.
Inclinad vuestro oído, y venid a mi;
oíd, y vivirá vuestra alma;
Isaías 55:1
Esta es la invitación que Dios hace, Dios quien es nuestro Creador, nos conoce perfectamente bien a nosotros, nos conoce nuestras necesidades, tristezas y aflicciones y Él nos dice: ¿tienes sed, tienes hambre? Ven, toma gratuitamente vino y leche y tendrás vida. Que Dios te bendiga.
Dr. Salvador Cárdenas
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